sábado, 17 de septiembre de 2011

DESCUBRIMIENTO DE AMERICA

Descubrimiento de América
12 de Octubre de 1492
No debieron ser escasas las tentaciones, en la Edad Media de penetrar en el Atlántico, a impulso de la creencia medieval en las islas fantásticas, donde se suponía habían quedado aislados grupos de cristianos o vivían retirados monjes anacoretas: de aquí que se hablara de la de las Siete Ciudades, hasta donde se decía escaparon siete obispos cuando los moros entraron en España, o la de San Brandam. Pero, en contraposición, estaban los temores que se derivaban de las creencias y terrores antiguos. No obstante, empezaron tales islas a señalarse en los mapas de la Baja Edad Media, como en el de Andrea Bianco, con nombres concretos, como la isla Brasil, la isla Antilla y otras también desconocidas, pero que eran admitidas como muy posibles, sobre todo en un lejano más allá, en el extremo oriental o asiático donde también se situaban las islas de La Especería, de las cuales los árabes extraían las especias.
Con todo, la idea del mundo a fines del Medievo apenas había alterado la que se tuvo en el pasado, desde que, en la Antig¸edad, se llegó al convencimiento de la esfericidad de la tierra, pues se mantenía la creencia en la existencia de un único bloque de tierras emergidas, en cuyos extremos se situaban una serie de islas, quedando cubierto por las aguas el resto. Dada la preocupación creciente por el más allá, no hubiera tardado mucho el reino castellano en impulsar expediciones transocéanicas puesto que desde las mismas islas Canarias estaba latente la tentación. El hecho en sí era, en tales circunstancias, algo inevitable, establecidos los determinantes que imponían el intento, puesto que el proyecto y el proyectista eran ya lo de menos.
En realidad, la misma guerra sucesoria a la corona de Castilla, en la que tomó parte el rey de Portugal, en favor de la Beltraneja, fue consecuencia de las pugnas de bandos irreconciliables, que ya, antes de estar vacante el trono, trataron de imponer quien había de suceder a Enrique IV; pero también, de los deseos de imponerse en exclusiva sobre las rutas de África y las islas oceánicas. Pero todo se retrasó, como la experiencia colombina, por la larga guerra de Granada, provocada por el rey nazarita que se negó a seguir pagando las parias y que, con diversas alternativas, se desarrolló entre 1481-1492. Así fue el 17 de abril de este año, es decir, 3 meses después de concluida la guerra, cuando se firmaban las capitulaciones de Santa Fe, para que Cristóbal Colón emprendiera su navegación rumbo a occidente. Apoyados en lo acordado con Portugal, los reyes de Castilla como “-señores que somos de las mares Océanos-”, ponían entonces en marcha el proyecto colombino con el objetivo de llegar a las Indias, en busca del Gran Kan, el poderoso rey del Oriente del que se supo tras las noticias divulgadas por Marco Polo 2 siglos atrás. Así, el proyecto de Colón de ir a ultramar encajaba con la política del rey Fernando, pues si, con las riquezas logradas en el Lejano Oriente se podrían sufragar los gastos necesarios para la reconquista de Jerusalén, a lo que aspiraba, también la posible alianza con el Gran Kan podía ser útil, para, como en tiempos se pensó, amenazar al turco por su retaguardia.
El plan de Colón era también una consecuencia del clima que se respiraba entonces en las islas atlánticas y en Lisboa, sin que descartemos, al contrario, que algún viejo marino, y más de uno, pudiera darle noticia de lo que creyó haber visto arrastrado por las tormentas, si llegó a arribar, por casualidad, a tierras americanas. De ese ambiente y noticias tuvo que nacer en Colón el deseo de conocer opiniones autorizadas, por lo que llegaría a lograr leer las cartas del geógrafo italiano Toscanelli, la primera, de 1474, respondiendo al canónigo Martins a las mismas preguntas que le atormentaban a él. En 1484, debió ya presentar su proyecto de navegar a las Indias por occidente al rey Juan II de Portugal, proyecto que la junta que le examinó rechazó de plano, sin duda, por lo que se deja traslucir del que luego presentó en España, por insistir en que la expedición debería correr a lo largo del paralelo de las Canarias; pues al estar este ámbito expresamente reservado a la Corona de Castilla, el monarca lusitano se negaría a una violación tan caprichosa del Pacto de AlcaÁovas. Y así fue como resolvió pasarse Colón a España, para tantear si podía encontrar mejor acogida por parte de los propietarios de ese espacio oceánico. Creemos que Colón abandonó Lisboa, sin hacer saber su marcha, porque en definitiva no sabía qué posibilidades podía encontrar en España, para volver de nuevo si éstas no eran mejores. Era el año de 1485. Esta llegada de Colón a España está envuelta en un vaporoso misterio, pues nunca habló claramente de quienes le acogieron. Hernando Colón es el que menciona La Rábida, con el episodio de la casual circunstancia de tener que detenerse para pedir agua, por la sed que tenía su medio hermano Diego, que era entonces muy niño, de 5 años. El padre Bartolomé de Las Casas, que se sirvió del manuscrito de Hernando para escribir su Historia de las Indias, repite lo mismo. El cronista Gómara, ya a mediados del siglo XVI, adorna aún más este supuesto, pues hace aparecer a fray Juan Pérez de Marchena como amparador entonces de la idea de Colón, uniendo en una persona a 2 frailes distintos.
El caso es que Colón, con las cartas de recomendación obtenidas, se presentó en Córdoba, donde se encontraban los Reyes, a causa de la guerra de Granada. Sin embargo, sólo logró ser recibido por ellos en Alcalá de Henares, el 20 de enero de 1486, lo que significaba ya un gran progreso, pues en aquellas circunstancias no era tan fácil que un desconocido recién llegado consiguiera ser escuchado directamente por los monarcas. En esa audiencia, Colón les entregaría un memorial, según era costumbre, en el que concretaba sus pretensiones: ayudas, premios por su servicio y compromiso que ofrecía. Los monarcas tuvieron que encomendar el asunto a una junta de entendidos en los distintos aspectos que el plan ofrecía, pues ellos, claro es, no tenían el menor conocimiento sobre la posibilidad de que aquella idea fuera realizable. Con todo, es indudable que el proyecto del viaje trasatlántico no se habría tomado en consideración de no existir una predisposición en Castilla para buscar una fuente de recursos con qué sostener las altas empresas de la cristiandad, a las que se veían impulsados. Además, el proyecto de Colón no pasaba de ser el de una navegación para abrir una ruta comercial con las grandes ciudades del extremo asiático. Después de rechazar la junta la viabilidad de que pudiera alcanzarse la costa asiática navegando hacia el occidente, Colón volvió a Portugal donde tampoco consiguió que el Rey lusitano aceptara su proyecto. Pero al regresar a España, el cardenal Mendoza inclinó a los Reyes a reconsiderar las posibilidades del intento. Así fue como, concluida la guerra de Granada, se aceptaron las demandas de Colón, mediante las Capitulaciones de Santa Fe, en abril de 1492 y se resolvió la organización de la aventurada expedición. La Corona decidió que el puerto donde se organizara la expedición fuera Palos, lugar donde había muchos y expertos marineros, habituados a navegar a Canarias y la Berbería, e incluso a penetrar en expediciones atlánticas. Pero, al desconfiar de Colón no se decidieron a ir con él. Sólo cuando el armador Martín Alonso Pinzón llegó y puso su prestigio personal en la empresa, se pudieron reunir las tripulaciones. Si hubo una promesa de Colón de hacerle partícipe en los posibles beneficios del futuro, no lo sabemos. Así, la expedición de 3 carabelas al fin se dio a la mar de la barra de Saltes, junto a Palos, el 3 de agosto de 1492, rumbo al océano.
Con Colón iba, como maestre de la Santa María Juan de la Cosa, y como capitán de la Pinta embarcó Martín Alonso Pinzón, con su hermano Francisco como maestre, mientras que el mando de la Niña lo llevaba el otro hermano, Vicente. En total, embarcaron unas 90 personas, cifra que da Hernando Colón y que parece confirmada por los estudios que se han seguido para identificarlos. El viaje se desarrolló con buen tiempo, aunque la Pinta tuvo una avería en el timón sobre la costa de la Gran Canaria. Después de la escala en Gomera, iniciaron la travesía del Atlántico el 6 de septiembre, en derechura del oeste. Tan favorable y constante era el viento, que comenzó a temer la gente que no les sería fácil volver. Como anécdotas del viaje debemos recordar la sorpresa de Colón por el cambio de declinación de la brújula, lo que atribuyó a un movimiento de la estrella Polar, con lo que descubría sin advertirlo, su rotación. También creyó que la acumulación de yerbas en el océano, lo que se llamaría mar de Sargazo, era síntoma de la proximidad de tierras; como creyó estar navegando entre islas, por el vuelo de las aves.
Dado que Colón esperaba hallar las primeras tierras a las 400 leguas de la isla del Hierro, última de las Canarias, era natural que al pasar con creces esa distancia sin encontrarlas, la gente comenzara a temer perderse en el mar. Transcurrido un mes sin ver más que cielo y agua, Pinzón aconsejó que cambiara la derrota al oeste por el suroeste, por creer que así sería más seguro topar con el Cipango. Esta opinión, recogida en el Diario, nos prueba que Pinzón tenía ideas propias sobre el viaje a las Indias, que permiten explicar que colaborara con Colón, sumando sus iniciativas. Mas como Colón se negó a virar y siguió sin encontrarse nada, la gente trató de imponer el retorno, lo cual evitó Pinzón con su decisión, logrando también que el Almirante tomara la dirección pedida el 7 de octubre, con lo que se salvó el viaje, por casualidad, pues de otra forma, al aproximarse a la Florida, hubieran sido arrastradas las carabelas por la corriente del golfo y desviadas hacia Europa. Mas, a pesar del cambio, rebasadas 100 leguas más de las que Colón consideró límite extremo, la inquietud de la gente llegó al máximo, por lo que fue necesario convencerlos para seguir adelante, por lo menos durante 3 días más, con la suerte de que sólo unas horas después, en el amanecer del 11 al 12 de octubre, un Rodrigo de Triana, que no sabemos quién era, pues nadie se llamaba así en el rol de enganche, descubrió a la luz de la luna la primera tierra americana: una “cabeza blanca de arena”.Se trataba de una isla del tipo atolón, de las Lucayas, a la que bautizaron con el nombre de San Salvador, que les resultó muy diferente de lo previsto. Ni era la tierra de las grandes ciudades, ni tampoco un inframundo. Sin duda, temían encontrarse con animales monstruosos, en lo que consideraban fin del mundo, pues con toda atención anotó Colón en su Diario que “-ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos, en esta isla-” La dimensión la calcularon en “quince leguas de larga”. Como es natural, la mayor atención la pusieron los descubridores en el aspecto que ofrecían los hombres: eran seres normales, como todos los demás, y no seres extraños. Pero, al mismo tiempo que advertía que no eran negros ni blancos, sino “del color de los canarios”, los guanches, le llamó la atención que todos estuvieran desnudos “y también las mujeres”. Como destacó que manifestaban una actitud pacífica, ya que no conocían ni las armas que llevaban.
Tomada formalmente posesión de la tierra, en nombre de los reyes, de lo que levantaron acta, y hechos los reconocimientos y rescates con los indios, de los que tomaron varios como guías, para devolverlos al regreso, aprendida la lengua, prosiguieron el recorrido de las pequeñas islas, hasta que el 28 de octubre llegaban a las costas de Cuba, que llamó Juana, por el nombre del heredero de la Corona, tierra que primero creyó Colón que era el Cipango, aunque después la identificó con una punta extrema del Asia. Colón dedujo también que hasta allí llegaban gentes del Gran Kan, porque los indios se mostraban muy asustados al preguntarles por él, pues el término Kani, los del Kan, en el latín que usaban los intérpretes de Colón, lo asociaban a kanib o karib, que era el nombre de esos indios que tanto temían, de donde los españoles derivaron ya los de caniba o caribe, como llamaban a los pueblos que les asaltaban y comían, por ser antropófagos. También en Cuba los españoles vieron, por vez primera, a indígenas que fumaban, que llevaban un tizón encendido a la boca, según decían, lo que igualmente les asombró.
Mas, a pesar de la diligencia desplegada, ninguna de las riquezas orientales aparecía, si bien los indios les informaron de una isla cercana, llamada Babeque, donde decían que había tanto oro que lo tomaban por la noche, en las playas, como si fuera arena, dándoles así quizá noticia de alguna ceremonia oceánica, relacionada con su aparición que ellos interpretaron como informe de riquezas. Ante estas deslumbrantes suposiciones, Colón dejó de navegar hacia el oeste, para volver la proa hacia donde le decían estaba la fabulosa Babeque. Este cambio en su proyecto no puede ser más llamativo. Pero el caso es que, reanudada así la navegación, en la noche del 21 de noviembre de ese 1492 se le separó nada menos que Martín Alonso Pinzón, que hasta entonces fue su brazo derecho, con la carabela Pinta, perdido en las tinieblas nocturnas.
Contrariado por ello, Colón prosiguió su recorrido, reducido a la nao Santa María y la carabela Niña, que mandaba Vicente Yáñez, hermano de Martín Alonso, sin renunciar a su objetivo. Llegaron así a otra gran isla, que llamaron La Española y siguiendo por su costa norte, tras tener noticias de un gran rey, llamado Guacanagarí, que le envió unas canoas para invitarle a pasar a su pueblo, cuando estaba anclado en la bahía de Santo Tomás, al navegar hacia allí, encalló en la noche del 24 de diciembre con la Santa María, con lo que el descubridor quedó reducido a una sola nave, la pequeña Niña, en la que ni cabían los tripulantes de las 2 carabelas. Guacanagarí le auxilió y más aún, le dio noticia de un rico país, hacia el interior, llamado Cibao, donde se extraía oro. Por ello decidió dejar en aquella costa a 39 hombres, bajo la autoridad que delegó en Diego de Arana, erigiendo una villa-fortín, en el fondo de la bahía, a la que llamaron Navidad. Acuciado ya Colón por disponer de una sola nave, que también podía perder, resolvió emprender ya el regreso a España, para dar cuanto antes la noticia del descubrimiento a los Reyes, para regresar rápidamente, mientras los hombres que dejaba habían de localizar el rico Cibao. Ya iniciado el retorno, apareció Pinzón con su nave, el 6 de enero de 1493, que llegaba navegando por el mismo litoral, desde el este. Juntos, después de 46 días de separación, volvían hacia España. Pero el retorno no fue tan plácido, pues se vieron envueltos por una gran tormenta a la altura de las Azores, que de nuevo los separó. Mientras Colón estuvo a punto de ser capturado por los portugueses en Santa María de las Azores, Pinzón siguió hasta alcanzar Bayona, en Galicia. El Almirante fue menos afortunado, pues otra gran tormenta le hizo entrar en la ría de Lisboa. Conocedor de su arribada, el rey de Portugal le invitó a una entrevista, para que le diera detalles de su viaje a las Indias, ocasión en la que le hizo saber que le correspondía lo descubierto, pues los Papas tenían concedido a Portugal el privilegio de esa navegación. Al fin, Colón partió de Lisboa el 9 de marzo, para entrar en la ría de Palos el 15. Por consiguiente, en el viaje, de ida y vuelta, había empleado 255 días. Al día siguiente aportaba también allí la carabela la Pinta. Como Colón estaba deseoso de dar cuenta de todo a los Reyes, siguió a Sevilla y desde allí, tras notificarles su éxito por carta, fue a Barcelona para presentarse ante ellos, donde recibió sus satisfacciones, con los nombramientos de virrey y almirante de las Indias, tal como se lo habían prometido. Solo las reclamaciones de los enviados de Portugal enturbiaron el éxito, y más cuando se temía que hubieran sido despachadas carabelas para las nuevas tierras. Por eso, D. Fernando se apresuró a gestionar la bula pontificia que garantizara la posesión de lo descubierto.
Por lo mismo, a toda prisa se preparó una buena flota para, apenas 6 meses después, volver a cruzar el océano, ahora con un doble fin: establecerse sólidamente en la isla Española, cerca de las minas de oro, antes de que pudieran ir los portugueses, y también, para completar el descubrimiento, con el deseo de alcanzar las costas de la India y La Especería. Se hizo a la mar el 25 de septiembre y en un viaje no tan rápido como quiso, llegaba a la isla que llamó Deseada. Estaba ante las pequeñas Antillas, que recorrió hacia el oeste. A una la nombró Guadalupe, en memoria del monasterio jerónimo; a otra Montserrat, etc., islas en las que halló muestras del canibalismo de los indios que tanto temían en La Española. Descubierta la isla de San Juan, actual Puerto Rico, siguió a La Española, con el deseo de encontrarse cuanto antes con los hombres que dejó en la villa de Navidad. Sin embargo, tuvo la sorpresa de hallar desierto el lugar, y las casas y fortaleza incendiadas. Todo había sido destruido y los hombres muertos. En un lugar de mejores condiciones más al este fundó el Almirante La Isabela, en el mes de diciembre de 1493, desde donde despachó al castellano Alonso de Ojeda hacia el interior, para que llegara al Cibao, de cuya riqueza dio a su vuelta un informe deslumbrante. Colón fue también entonces allí, para asegurar la tierra con la fundación del fuerte de Santo Tomás, donde puso una guarnición. Con esa garantía, partió el 24 de abril para proseguir los descubrimientos, según era su deseo. Dejaba a los pobladores, enfermos en su mayoría, totalmente desabastecidos, en la confianza de que llegarían pronto los socorros pedidos a España. En su recorrido, Colón descubrió el litoral meridional de Cuba, aunque sin llegar a su extremo, convencido de que era Tierra Firme. También descubrió Jamaica y la costa meridional de La Española; pero de su extremo oriental hubo de volver a La Isabela cuando era víctima de una extraña enfermedad, que le mantuvo privado de cualquier posibilidad durante largo tiempo. Restablecido, decidió someter por las armas a los indios que, entre tanto, se habían alzado. Al fin, decidió volver a España en marzo de 1496, para desembarcar en Cádiz el 11 de junio, quebrantado de su enfermedad. Después de ser recibido por los Reyes en Burgos, donde le confirmaron sus privilegios, pasó a Olmedo y Medina del Campo, para preparar su tercer viaje, en el que lograría, al fin, alcanzar tierra continental, como en el último, ambos ya de un carácter bien distinto.

ACTA DE LA INDEPENDENCIA

Acta de la Independencia Documento fundamental de la nacionalidad, fechado en Caracas el 5 de julio de 1811. Ese día, a las 3 p.m., en la capilla del Seminario Santa Rosa de Lima (actual Palacio Municipal), el Congreso Constituyente de Venezuela, formado por representantes de las provincias de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Mérida, Barcelona y Trujillo, declaró la independencia nacional. En el acta de la sesión matutina del 5 de julio se expresa que después de un largo debate, el presidente del Congreso, Juan Antonio Rodríguez Domínguez, «...anunció declarada solemnemente la Independencia absoluta de Venezuela, cuyo anuncio fue seguido de vivas y aclamaciones del pueblo...» En la misma tarde del 5 de julio el Congreso celebró otra sesión, donde se acordó redactar un documento que manifestase «...todas las causas y poderosos motivos que nos habían obligado a declarar nuestra independencia para que, sometido a la inspección del Congreso, sirviese de competente acta y pasase al Poder Ejecutivo a fin de que la publicase e hiciese circular en la forma ordinaria...»; así se lee en el acta de la sesión vespertina del 5 de julio. La redacción del trascendental documento, conocido en la historia de Venezuela como Acta de la independencia, fue encomendada en esa misma sesión vespertina al diputado Juan Germán Roscio y a Francisco Isnardi, Secretario del Congreso pero no diputado. Debe tenerse en cuenta que el Acta de la independencia, que es a la vez un manifiesto público y un acta, es un documento diferente del acta de la sesión matutina del 5 de julio de 1811 donde se debatió, votó y declaró la independencia, así como también es diferente del acta de la sesión del mismo día 5 celebrada en la tarde. En la reunión del Congreso del día 7 fue leído y aprobado el texto del Acta de la independencia redactada por Roscio e Isnardi. El 8, dicha acta, firmada por 41 diputados y por el secretario, fue entregada al Poder Ejecutivo plural por una comisión del Congreso constituida por los diputados Roscio y Fernando Toro, acompañados de Isnardi. El texto del Acta de la independencia transcrito del manuscrito original conservado en el Congreso Nacional es el siguiente: «En nombre de Dios Todopoderoso, Nosotros, los representantes de las Provincias unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación Americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al Universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizar el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía. »No queremos, sin embargo, empezar alegando los derechos que tiene todo país conquistado, para recuperar su estado de propiedad e independencia: olvidamos generosamente la larga serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores de estos países, hechos de peor condición, por la misma razón que debía favorecerlos; y corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América, sólo presentaremos los hechos auténticos y notorios que han debido desprender y han desprendido de derecho a un mundo de otro, en el trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta la nación española.Este desorden ha aumentado los males de la América, inutilizándole los recursos y reclamaciones, y autorizando la impunidad de los gobernantes de España para insultar y oprimir esta parte de la nación, dejándola sin el amparo y garantía de las leyes. »Es contrario al orden, imposible al gobierno de España, y funesto a la América, el que, teniendo ésta un territorio infinitamente más extenso, y una población incomparablemente más numerosa, dependa y esté sujeta a un ángulo peninsular del continente europeo. Las cesiones y abdicaciones de Bayona, las jornadas de El Escorial y de Aranjuez, y las órdenes del lugarteniente duque de Berg, a la América, debieron poner en uso los derechos que hasta entonces habían sacrificado los americanos a la unidad e integridad de la nación española. »Venezuela, antes que nadie, reconoció y conservó generosamente esta integridad por no abandonar la causa de sus hermanos, mientras tuvo la menor apariencia de salvación. »La América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba.Cuantos Borbones concurrieron a las inválidas estipulaciones de Bayona, abandonando el territorio español, contra la voluntad de los pueblos, faltaron, despreciaron y hollaron el deber sagrado que contrajeron con los españoles de ambos mundos, cuando, con su sangre y sus tesoros, los colocaron en el trono a despecho de la Casa de Austria; por esta conducta quedaron inhábiles e incapaces de gobernar a un pueblo libre, a quien entregaron como un rebaño de esclavos. »Los intrusos gobiernos que se abrogaron la representación nacional aprovecharon pérfidamente las disposiciones que la buena fe, la distancia, la opresión y la ignorancia daban a los americanos contra la nueva dinastía que se introdujo en España por la fuerza; y contra sus mismos principios, sostuvieron entre nosotros la ilusión a favor de Fernando, para devorarnos y vejarnos impunemente cuando más nos prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad, en discursos pomposos y frases estudiadas, para encubrir el lazo de una representación amañada, inútil y degradante. »Luego que se disolvieron, sustituyeron y destruyeron entre sí las varias formas de gobierno de España, y que la ley imperiosa de la necesidad dictó a Venezuela el conservarse a sí misma para ventilar y conservar los derechos de su rey y ofrecer un asilo a sus hermanos de Europa contra los males que les amenazaban, se desconoció toda su anterior conducta, se variaron los principios, y se llamó insurrección, perfidia e ingratitud, a lo mismo que sirvió de norma a los gobiernos de España, porque ya se les cerraba la puerta al monopolio de administración que querían perpetuar a nombre de un rey imaginario. »A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la inviolabilidad de nuestros principios, contra la voluntad de nuestros hermanos de Europa, se nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones de Europa implorando sus auxilios para oprimirnos. »Sin hacer el menor aprecio de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo, y sin otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa incomunicación con nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados, contra nuestra expresa voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de nuestros intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos. »Para sofocar y anonadar los efectos de nuestra representación, cuando se vieron obligados a concedérnosla, nos sometieron a una tarifa mezquina y diminuta y sujetaron a la voz pasiva de los Ayuntamientos, degradados por el despotismo de los gobernadores, las formas de la elección; lo que era un insulto a nuestra sencillez y buena fe, más bien que una consideración a nuestra incontestable importancia política. »Sordos siempre a los gritos de nuestra justicia, han procurado los gobiernos de España desacreditar todos nuestros esfuerzos declarando criminales y sellando con la infamia, el cadalso y la confiscación, todas las tentativas que, en diversas épocas, han hecho algunos americanos para la felicidad de su país, como lo fue la que últimamente nos dictó la propia seguridad, para no ser envueltos en el desorden que presentíamos, y conducidos a la horrorosa suerte que vamos ya a apartar de nosotros para siempre; con esta atroz política, han logrado hacer a nuestros hermanos insensibles a nuestras desgracias, armarlos contra nosotros, borrar de ellos las dulces expresiones de la amistad y de la consanguinidad, y convertir en enemigos una parte de nuestra gran familia. »Cuando nosotros, fieles a nuestras promesas, sacrificábamos nuestra seguridad y dignidad civil por no abandonar los derechos que generosamente conservamos a Fernando de Borbón, hemos visto que a las relaciones de la fuerza que le ligaban con el Emperador de los franceses ha añadido los vínculos de sangre y amistad, por los que hasta los gobiernos de España han declarado ya su resolución de no reconocerle sino condicionalmente. »En esta dolorosa alternativa hemos permanecido tres años en una indecisión y ambigüedad política, tan funesta y peligrosa, que ella sola bastaría a autorizar la resolución que la fe de nuestras promesas y los vínculos de la fraternidad nos habían hecho diferir; hasta que la necesidad nos ha obligado a ir más allá de lo que nos propusimos, impelidos por la conducta hostil y desnaturalizada de los gobiernos de España, que nos ha relevado del juramento condicional con que hemos sido llamados a la augusta representación que ejercemos. »Mas nosotros, que nos gloriamos de fundar nuestro proceder en mejores principios, y que no queremos establecer nuestra felicidad sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y declaramos como amigos nuestros, compañeros de nuestra suerte, y partícipes de nuestra felicidad, a los que, unidos con nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la religión, han sufrido los mismos males en el anterior orden; siempre que, reconociendo nuestra absoluta independencia de él y de toda otra dominación extraña, nos ayuden a sostenerla con su vida, su fortuna y su opinión, declarándolos y reconociéndolos (como a todas las demás naciones) en guerra enemigos, y en paz amigos, hermanos y compatriotas. »En atención a todas estas sólidas, públicas e incontestables razones de política, que tanto persuaden la necesidad de recobrar la dignidad natural, que el orden de los sucesos nos ha restituido, en uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencias de la tierra, el puesto igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad. »Sin embargo de que conocemos las dificultades que trae consigo y las obligaciones que nos impone el rango que vamos a ocupar en el orden político del mundo, y la influencia poderosa de las formas y habitudes a que hemos estado, a nuestro pesar, acostumbrados, también conocemos que la vergonzosa sumisión a ellas, cuando podemos sacudirlas, sería más ignominiosa para nosotros, y más funesta para nuestra posteridad, que nuestra larga y penosa servidumbre, y que es ya de nuestro indispensable deber proveer a nuestra conservación, seguridad y felicidad; variando esencialmente todas las formas de nuestra anterior constitución. »Por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el respeto que debemos a las opiniones del género humano y a la dignidad de las demás naciones, en cuyo número vamos a entrar, y con cuya comunicación y amistad contamos; nosotros, los representantes de las Provincias unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder, y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios, y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su Providencia nos restituye, el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión de Jesucristo, como el primero de nuestros deberes. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límites y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes. Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, damos y empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor nacional. Dada en el Palacio Federal de Caracas, firmada de nuestra mano, sellada con el gran sello provisional de la Confederación, y refrendada por el Secretario del Congreso, a cinco días del mes de julio del año de mil ochocientos once, el primero de nuestra Independencia. Por la Provincia de Caracas, Isidoro Antonio López Méndez, diputado de la ciudad de Caracas; Juan Germán Roscio, por el partido de la villa de Calabozo; Felipe Fermín Paúl, por el partido de San Sebastián; Francisco Javier Ustáriz, por el partido de San Sebastián; Nicolás de Castro, diputado de Caracas; Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Presidente, diputado de Nutrias en Barinas; Luis Ignacio Mendoza, Vicepresidente, diputado de Obispos en Barinas; Fernando de Peñalver, diputado de Valencia; Gabriel Pérez de Pagola, diputado de Ospino; Salvador Delgado, diputado de Nirgua; el marqués del Toro, diputado de la ciudad del Tocuyo; Juan Antonio Díaz Argote, diputado de la Villa de Cura; Gabriel de Ponte, diputado de Caracas; Juan José de Maya, diputado de San Felipe; Luis José de Cazorla, diputado de Valencia; José Vicente de Unda, diputado de Guanare; Francisco Javier Yanes, diputado de Araure; Fernando Toro, diputado de Caracas; Martín Tovar Ponte, diputado de San Sebastián; Juan Toro, diputado de Valencia; José Ángel de Álamo, diputado de Barquisimeto; Francisco Hernández, diputado de San Carlos; Lino de Clemente, diputado de Caracas; por la provincia de Cumaná, Francisco Javier de Mayz, diputado de la capital; José Gabriel de Alcalá, diputado de idem; Juan Bermúdez, diputado del Sur; Mariano de la Cova, diputado del Norte; por la de Barcelona, Francisco de Miranda, diputado del Pao; Francisco Policarpo Ortiz, diputado de San Diego; Juan Nepomuceno Quintana, diputado de Achaguas; Ignacio Fernández, diputado de la capital de Barinas; Ignacio Ramón Briceño, representante de Pedraza; José de Sata y Bussy, diputado de San Fernando de Apure; José Luis Cabrera, diputado de Guanarito; Ramón Ignacio Méndez, diputado de Guasdualito; Manuel Palacio, diputado de Mijagual; por la Provincia de Margarita, Manuel Plácido Maneyro; por la Provincia de Mérida, Antonio Nicolás Briceño, diputado de Mérida; Manuel Vicente de Maya, diputado de La Grita; por la de Trujillo, Juan Pablo Pacheco; por la villa de Aragua, provincia de Barcelona, José María Ramírez. Refrendado: Hay un sello. Francisco Isnardi, Secretario». El mismo día que la había recibido, el Poder Ejecutivo Plural (llamado también Triunvirato) refrendó el Acta de la independencia del modo siguiente: «Palacio Federal de Caracas, 8 de julio de 1811. Por la Confederación de Venezuela, el Poder Ejecutivo ordena que el Acta antecedente sea publicada, ejecutada y autorizada con el Sello del Estado y Confederación. Cristóbal de Mendoza, Presidente en turno; Juan de Escalona; Baltasar Padrón. Miguel José Sanz, Secretario de Estado. Carlos Machado, Canciller Mayor. José Tomás Santana, Secretario de Decretos». El texto del Acta de la independencia fue publicado el 11 de julio en el número 2 del semanario titulado El Publicista de Venezuela, órgano oficial del Congreso Constituyente, bajo el título «Declaratoria de Independencia» y precedido de un breve comentario donde se destacaba la necesidad de que «la Declaratoria de nuestra absoluta Independencia» llegase a conocimiento de todos los habitantes de Venezuela por todos los medios disponibles y con la urgencia que exigía la gran importancia de este acontecimiento. El domingo 14 de julio se hizo en Caracas la proclamación pública y solemne del Acta de la independencia, cuyo texto fue leído en alta voz en las plazas y las principales esquinas de la ciudad por José Tomás Santana, precedida su lectura por redobles de tambor. El 16 de julio el texto fue impreso en la Gaceta de Caracas núm. 41, llevando esta vez al final el decreto refrendatorio del Poder Ejecutivo firmado por los triunviros Mendoza, Escalona y Padrón y demás funcionarios. El Acta de la independencia no fue firmada el mismo día 5 de julio en que el Congreso la declaró, sino el 7, cuando el texto elaborado por Roscio e Isnardi fue aprobado por el cuerpo y suscrito por los 41 diputados presentes más el secretario a fin de entregarlo al Ejecutivo, como se hizo, el día 8. Pero lleva la fecha del 5 de julio de 1811 por voluntad del Congreso, ya que fue este día cuando la independencia quedó solemnemente declarada por el Poder Legislativo, que entonces tenía la primacía sobre los otros 2 poderes por haber recibido directamente su mandato del pueblo soberano. Las circunstancias de la guerra hicieron que se perdiera el manuscrito original del Acta de la independencia, el que llevaba al pie las firmas autógrafas de 41 diputados y el sello del Congreso, así como la firma de Isnardi, y al final el decreto refrendatorio suscrito por los triunviros Mendoza, Escalona y Padrón y demás funcionarios mencionados. Hasta el presente este importantísimo documento no ha sido localizado. Sin embargo, el texto auténtico del Acta de la independencia se conoce perfectamente gracias a su reproducción en El Publicista de Venezuela del 11 de julio de 1811 y de la Gaceta de Caracas del 16 de ese mes. Durante prácticamente un siglo esos 2 periódicos fueron la única fuente de donde provenía el texto de ese documento fundamental, hasta que en 1907 el historiador Francisco González Guinán tuvo noticia de que en la ciudad de Valencia existía un Libro de Actas manuscrito del Congreso Constituyente de 1811-1812, que contenía las relativas al período 25 de junio a 24 de diciembre de 1811. El historiador Ramón Díaz Sánchez relata así los hechos: «Se ha dejado constancia de la participación que tuvo en el hallazgo de González Guinán el señor Ricardo Smith, vecino de Valencia. Fue éste quien enteró al historiador de la existencia de los preciosos papeles en poder de la señora María Josefa Gutiérrez de Navas Spínola. Informado, a su vez, el Gobierno de la nación y reconocida por la Academia Nacional de la Historia la autenticidad de las actas, un decreto del Presidente de la República, de fecha 1 de enero de 1910, dispuso depositarlas en un arca especial instalada al efecto en el Salón Elíptico del Palacio Federal de Caracas, lo que se hizo en un acto que tuvo lugar el 5 de julio de 1911, primer centenario de la declaración de la Independencia. Ellas integran el volumen de 436 páginas que se dio a la estampa en 1911 bajo el título de El libro nacional de los venezolanos». En ese Libro de actas, en los folios 110 verso a 114 recto, estaba transcrita el Acta de la independencia tal como la había aprobado el Congreso de 1811, con las firmas autógrafas de los mismos diputados (excepto una) que habían suscrito el original entregado el 8 de julio al Ejecutivo. Por fortuna, el Congreso había tenido la precaución de reproducir en su Libro de actas el texto íntegro y auténtico del Acta de la independencia. Esta es la que se conserva en un arca especial colocada en el Salón Elíptico del Congreso Nacional, la cual es abierta por el presidente de la República en el transcurso de una ceremonia que se celebra cada 5 de julio. El texto del Acta de la independencia no fue transcrito al Libro de actas de inmediato (probablemente por ocupaciones del secretario Isnardi), sino algo más tarde, posiblemente a mediados de agosto de 1811. Hay un hecho que así lo hace pensar. Entre los diputados que aprobaron el 5 de julio de 1811 la declaración de la independencia y que el 7 firmaron el acta entregada el 8 al Poder Ejecutivo, estaba Gabriel de Ponte, cuyo nombre aparece entre los firmantes como diputado de Caracas en las páginas de El Publicista de Venezuela y de la Gaceta de Caracas. Cuando la ciudad de Valencia se sublevó el 11 de julio de ese año, Ponte fue uno de los oficiales que marcharon a las órdenes del general (y también diputado) Francisco de Miranda para someter a los alzados y allí fue gravemente herido de un balazo en el brazo derecho el 23 del mismo mes. Después de las curas y la hospitalización de emergencia fue trasladado con lentitud a Caracas cuando los médicos consideraron que estaba en condiciones para ello; no debió de llegar a la capital sino a mediados de agosto, baldado aún por su herida. Por esto, en el texto del Acta de la independencia conservado en el Libro de actas del Congreso, en el lugar donde debía ir su firma aparecen cuatro rasgos de pluma que se cortan dos a dos, y la siguiente nota del secretario: «Por haber quedado impedido de firmar a causa de la herida que recibió en Valencia el señor Ponte no pudo hacerlo al pasar al Libro la presente Acta». En 1910, después de conocerse la aparición del Libro de actas manuscrito, se abrió en el Senado de la República un debate, en el cual participaron los senadores e historiadores Francisco González Guinán y José Gil Fortoul, acerca de si el Acta de la independencia que figura en dicho libro debía ser considerada como el original o como una copia. Desde el punto de vista histórico, el texto manuscrito, con firmas autógrafas, asentado en el Libro de actas original del Congreso Constituyente de 1811-1812 (respaldado además por la publicación que dispuso el propio Congreso en El Publicista de Venezuela y la hecha por el Poder Ejecutivo en la Gaceta de Caracas) es auténtico y fehaciente. En el Libro de actas original, la página en la cual empieza el texto del Acta de la independencia lleva el título manuscrito «Acta solemne de Independencia» y a continuación la invocación «En el nombre de Dios todo Poderoso». Como la expresa el historiador Ramón Díaz Sánchez, «...esa Acta es la que se conserva en el Salón Elíptico. No poseemos otra, y al fin y al cabo la copia en cuestión es tan auténtica como el original desaparecido...» Este fue el texto que el Congreso quiso conservar en su Libro de actas para perpetua memoria de la declaración de independencia hecha en Caracas el 5 de julio de 1811. M.P.V. BIBLIOGRAFÍA: Acta de la independencia, MDCCCXI: recuerdo de su primer centenario celebrado bajo la presidencia del general Juan Vicente Gómez. Caracas: Tipografía del Comercio, 1911; Acta de la independencia de los Estados Unidos de Venezuela del 5 de julio de 1811, compendiada en 1898 por la Academia Nacional de la Historia. Caracas: Imprenta Nacional, 1899; El Congreso Nacional de 1811 y el Acta de la Independencia; estudio preliminar de Manuel Pérez Vila. Caracas: Presidencia del Senado de la República, 1990; DÍAZ SÁNCHEZ, RAMÓN. La independencia de Venezuela y sus perspectivas: reflexiones en torno al Libro de Actas del Supremo Congreso de 1811-1812. ed. separada. Caracas: s.n., 1960; El Libro Nacional de los venezolanos: actas del Congreso Constituyente de Venezuela en 1811. Caracas: Tipografía Americana, 1911; GONZÁLEZ GUINÁN, FRANCISCO. Hallazgo del Acta solemne de Independencia de Venezuela y de otras actas originales del Congreso Constituyente de 1811. Valencia: Imprenta del Estado, 1909; PÉREZ VILA, MANUEL. La declaración de la independencia de Venezuela y su acta. Caracas: Ministerio de Relaciones Interiores, 1978; __, comp. Actas de los congresos del ciclo bolivariano: Congreso Constituyente, 1811-1812. Caracas: Congreso de la República, 1983. 2 v. HEMEROGRAFÍA: «El Acta de la Independencia de Venezuela: hallazgo del histórico documento». EN: Boletín del Archivo Histórico de Miraflores. Caracas, núm. 16, 1962.

PENSAMIENTOS DEL LIBERTADOR

PENSAMIENTOS DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLIVAR • Me vería como un hombre indigno, si fuere capaz de asegurar lo que no estoy cierto de cumplir. (Carta a su tío Juan Ribas, 8 de octubre de 1812) • Los beneficios que se hacen hoy se reciben mañana, porque Dios premia la virtud en este mundo mismo. (Carta a Francisco Iturbe, 19 de septiembre de 1813) • Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales, y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos. (Carta a Juan Jurado, 8 de diciembre de 1814) • El que lo abandona todo por ser útil a su país, no pierde nada, y gana cuanto le consagra. (Carta -reproduciendo acta- al Presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, desde Kingston, 10 de septiembre de 1815) • La desesperación no escoge los medios que la sacan del peligro. (Carta al editor de la Gaceta Real de Jamaica, septiembre de 1815) • El peso de la libertad es liviano, pero también es difícil mantenerlo en equilibrio aún en las naciones más cultas y civilizadas. (Carta al editor de “The Royal Gazette”, 28 de septiembre de 1815) • ¡ He proclamado la libertad absoluta de los esclavos!. (Carta al Gral. Marion, 27 de junio de 1816) • Si la lisonja es un veneno mortal para las almas bajas, los elogios debidos al mérito alimentan las almas sublimes. (Carta al Gral. Petion, Presidente de Haití, 9 de octubre de 1916) • La fortuna no debe luchar vencedora contra quienes la muerte no intimida; y la vida no tiene precio sino tanto que es gloriosa. (Carta al Gral. Briceño, 1 de enero de 1817) • La amistad es mi pasión. (Carta al Cnel. Palacios, 16 de mayo de 1817) • El primer día de paz, será el último de mi mando. (Carta Gral. Santander, 10 de junio de 1820) • Lo presente ya pasó, lo futuro es la propiedad del hombre, pues éste siempre vive lanzado en la región de las ilusiones, de los apetitos y de los deseos. (Carta al Gral. Santander, 19 de junio de 1820) • La paz será mi puerto, mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto es precioso en el mundo. (Carta al Gral. Santander, 23 de julio de 1820) • Las discordias que nacen de la unión que yo he procurado formar, me hacen sufrir las agonías del suplicio. (Carta al Gral. Santander, 10 de junio de 1820) • Nada, sino las malas acciones, debe molestar a los hombres. (Carta al Gral. Español Pedro Morillo, 30 de noviembre de 1820) • Deseo irme lo mas lejos que pueda a descansar de tanta pena que me dan los males ajenos. (Carta al Gral. Páez, 18 de enero de 1821) • Yo no escribo a los que amo sino cuando necesito de ellos. (Carta al Gral. Urdaneta, 24 de agosto de 1821) • Yo creo más en el honor que en las pasiones. (Carta al Gral. M. Montilla, 15 de octubre de 1821) • No creo ninguna cosa tan corrosiva como la alabanza. (Carta al Gral. Santander, 15 de abril de 1823) • Bastante me han criticado por haber hecho el bien a pesar de mi deber. (Carta al Gral. Santander, 29 de abril de 1823) • Yo no sé jamás degradarme a fingir y mucho menos a negar. (Carta al Gral. Santander, 14 de mayo de 1823) • Las cosas, para hacerlas bien, es preciso hacerlas dos veces: la primera enseña la segunda. (Carta al Gral. Sucre, 24 de mayo de 1823) • Yo no quiero lujo en nada, pero tampoco indecencia. (Carta a Anacleto Clemente, 29 de mayo de 1823) • Nadie puede hablar de sí sin degradar de algún modo su mérito. (Carta al Gral. Santander, 14 de junio de 1823) • Cuanto más me elevo tanto más hondo se ofrece el abismo. (Carta al Gral. Santander, 21 de julio 1823) • La ofensa hecha al justo es un golpe contra mi corazón y yo no quiero precipitar mi mano contra mi propio pecho. (Carta al Gral. Santander, 30 de octubre de 1823) • A los enemigos no se les engaña sino lisonjean dolos. (Carta al Cnel. Tomás Heres, 9 de enero de 1824) • Mi único tesoro es mi reputación. (Carta al Presidente del Congreso de Colombia, 9 de enero de 1824) • La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer. (Carta al Cnel. Vicente Aguirre, 9 de enero de 1824) • Usted sabe que yo no sé mentir, y también sabe usted que la elevación de mi alma no se degrada jamás al fingimiento. (Carta al Gral. Sucre, 4 de septiembre de 1824) • La gloria está en ser grande y en ser útil. (Carta al Gral. Sucre, 4 de septiembre de 1824) • Por triste que sea nuestra muerte, siempre será más alegre que nuestra vida. (Carta a Fernando Peñalver, 10 de noviembre de 1824) • Mis tristezas vienen de mi filosofía, y yo soy más filósofo en la prosperidad que en el infortunio. (Carta al Marqués del Toro, 10 de noviembre de 1824) • Lo que está más lejos de mí es el dolo y la perfidia. (Carta al Gral. Olañeta, 15 de diciembre de 1824) • Yo quiero vivir libre y morir ciudadano. (Carta al Gral. Santander, 20 de diciembre de 1824) • Noche y día me atormenta la idea en que están mis enemigos, de que mis servicios a la libertad son dirigidos por la ambición. (Carta al Presidente del Senado de Colombia, 22 de diciembre de 1824) • Una vida pasiva e inactiva es la imagen de la muerte, es el abandono de la vida; es anticipar la nada antes de que llegue. (Carta al Gral. Sucre, 20 de enero de 1825) • La gloria debe ser insaciable cuando se funda en sus verdaderos principios. (Carta al Gral. La Mar, 17 de febrero de 1825) • Mi sinceridad es tal que me considero criminal en todo aquello que reservo. Yo soy un hombre diáfano. (Carta al Gral. Santa Cruz, 11 de marzo de 1825) • Un hombre sin estudios es un ser incompleto. (Carta a su hermana María Antonia, abril de 1825) • La familia es un tesoro en que todos tienen intereses. (Carta a su hermana María Antonia, abril de 1825) • No hay más dicha ni desdicha que prudencia e imprudencia. (Carta a su hermana María Antonia, abril 1825) • La sabiduría aconseja la resignación más absoluta de los decretos del destino para disminuir sus rigores. (Carta al Gral. Urdaneta, 8 de abril de 1825) • Tengamos una conciencia recta y dejemos al tiempo hacer prodigios. (Carta al Cnel. Heres, 20 de abril 1825) • Más hace en un día un intrigante que cien hombres de bien en un mes. (Carta al Dr. J. Hipólito Unanue, 30 de mayo de 1825) • La existencia es el primer bien: y el segundo es el modo de existir. (Carta al Gral. Santander, 28 de junio de 1825) • Mi mayor anhelo es que los colombianos salgan del Perú inmaculados. (Carta al Gral. Heres, 7 de julio de 1825) • Yo he hecho lo que he podido por el bien de los hombres y de los buenos principios. (Carta al Gral. Santander, 19 de agosto de 1825) • Protegeré la religión hasta que me muera. (Carta a su hermana María Antonia, 27 de octubre de 1825) • Ya es tiempo de esperar en reposo la muerte para medio vivir los peores años de la vida. (Carta al Gral. Santander, 12 de diciembre de 1825) • Bolívar es incapaz de corromper a sus amigos porque nada puede pretender que no sea justo. (Carta al Ábate de Pradt, 21 de marzo de 1826) • El mando me disgusta tanto como amo la gloria, y gloria no es mandar sino ejercitar grandes virtudes. (Carta al Gral. Santander, 7 de abril de 1826) • Aunque me cueste la vida voy a impedir la guerra civil. (Carta al Gral. Salom, 17 de diciembre de 1826) • Mi gloria se ha fundado sobre el deber y el bien. (Carta al Gral. Páez, 23 de diciembre de 1826) • Quiero salir ciertamente, del abismo en que nos hallamos, pero por la senda del deber y no de otro modo. (Carta al Gral. Páez, 23 de diciembre de 1826) • El instinto es un consejero leal; en tanto que la pedantería es un aire mefítico que ahoga los buenos sentimientos. (Carta al Gral. Santander, 1826) • Hacer bien y aprender la verdad son las únicas ventajas que la providencia nos ha concedido en la tierra. (Carta a Jeremías Bentham, 15 de enero de 1827) • Quiero asegurar después de mi muerte una memoria que merezca bien de la libertad. (Carta al Presidente del Senado de Colombia, 5 de febrero de 1827) • El gran poder existe en la fuerza irresistible del amor. (Carta al Gral. Sucre, 6 de abril de 1827) • Yo podría arrollarlo todo, más no quiero pasar a la posteridad como tirano. (Carta a Sir Robert Wilson, General inglés, 30 de abril de 1827) • La amistad es más fuerte que la fortuna. (Carta a Sir Robert Wilson, General inglés, 30 de abril de 1827) • Esfuerzos inauditos me han arrancado la energía de la vida y, por consiguiente, me hallo reducido al más triste desaliento. (Carta a Sir Robert Wilson, General inglés, 26 de mayo de 1827) • La amistad es preferible a la gloria. (Carta al Gral. Sucre, 8 de junio de 1827) • Recibo con mucho placer un bastón que usted me dá; es la imagen del mando, que yo aborrezco, por lo que jamás uso tal insignia. (Carta a Francisco de Iturbe, 1 de julio de 1827) • El mando pesa más que la muerte al que no tiene ambición. (Carta al Gral. José de la Mar, 22 de octubre de 1827) • Yo siento por lo presente y por los siglos futuros. (Carta a Sir Robert Wilson, General inglés, 13 de noviembre de 1827) • El hombre es hijo del miedo, y el criminal y el esclavo mucho más. (Carta a J. M. Castillo Rada, Presidente de la Convención de Colombia, 11 de abril de 1828) • Es difícil hacer justicia a quien nos ha ofendido. (Carta a J. M. Castillo Rada, Presidente de la Convención de Colombia, 11 de abril de 1828) • Mis temores nunca me han burlado. Ellos son presagios infalibles. (Carta a J. M. Castillo Rada, Presidente de la Convención de Colombia, 24 de abril de 1828) • El título de amigo solo vale por un himno y por todos los dictados que puede dar la tierra. (Carta a J. R.l Arboleda, 1 de junio de 1828) • Una vida entera de merecimientos cubre un momento de flaqueza. (Carta a J. M. Restrepo, 3 de junio de 1828) • Nadie es grande impunemente, nadie se escapa al levantarse de las mordidas de la envidia. (Carta a J. M. Restrepo, 3 de junio de 1828) • Yo tengo demasiada fuerza para rehusar ver el horror de mi pena. (Carta al Gral. Córdoba, julio de 1828) • Mi vida: blanco de odios implacables. (Alocución a los Colombianos, 12 de noviembre de 1828) • El bien como el mal, da la muerte cuando es súbito y excesivo. (Discurso en el Congreso de Angostura, 15 de febrero de 1829) • La clemencia con los criminales es un ataque a la virtud. (Carta a Estanislao Vergara, 22 de abril de 1829) • El menor mal es el mayor bien posible. (Carta a José Fernández, 27 de abril de 1829) • Los asesinos, los ingratos, los maldicientes y los traidores, han rebosado la medida de mi sufrimiento. (Carta al Dr. José María del Castillo, 1 de junio de 1829) • La bondad es la exclusión de todos los defectos y de todas las maldades. (Carta al Dr. José María del Castillo, 1 de junio de 1829) • No es lo mejor lo más bueno si no hay posibilidad de hacer ejecutar lo que se intenta. (Carta a Estanislao Vergara, 29 de junio de 1829) • Prefiero la ruina de Colombia a oír llamar con el epíteto de usurpador. (Carta a Estanislao Vergara, 13 de julio de 1829) • Mejor estar tranquilo que vivir sobre el trono del universo. (Carta al Gral. Urdaneta, 13 de julio de 1829) • La verdad pura y limpia es el mejor modo de persuadir. (Carta al Gral. Urdaneta, 3 de agosto de 1829) • La ingratitud me tiene aniquilado el espíritu habiendo privado de todos los resortes de acción. (Carta a José F. Madrid, 16 de agosto de 1829) • La muerte es la cura de nuestros dolores. (Carta a Joaquín Mosquera, 3 de septiembre de 1829) • Es la desgracia del hombre el no contentarse nunca. (Carta al Gral. Diego Ibarra, 20 septiembre de 1830) • Yo no pido por recompensa más que el reposo y la conservación de mi honor. (Carta al Gral. Pedro Briceño, 20 de septiembre de 1830) • Un desengaño vale más que mil ilusiones. (Carta al Dr. Estanislao Vergara, 25 de septiembre de 1830) • La amistad que siento por usted es más pura que la luz del sol. (Carta al Dr. Estanislao Vergara, 8 de diciembre de 1830) • He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. (Manifiesto a los pueblos de Colombia, 10 de diciembre de 1830) • Huid del país donde uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos. (Discurso en el Convento de Franciscanos de Caracas, 2 de enero de 1814) • No es lo asequible lo que se debe hacer, sino aquello a que el derecho nos autoriza. (Manifiesto de Carúpano, 7 de septiembre de 1814) • La justicia es la reina de las virtudes republicanas, y con ellas se sostienen la igualdad y la libertad. (Discurso en Bogotá, 13 de enero de 1815) • La primera de todas las fuerzas es la opinión pública. (Discurso en Angostura, 1 de noviembre de 1817) • La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente educarlo en una escuela de moral, de justicia y de leyes. (Carta a Guillermo White, 26 de mayo de 1820) • Sin moral republicana no puede haber gobierno libre. (Carta a Guillermo White, 26 de mayo de 1820) • Es imperturbable nuestra resolución de independencia o nada. (Carta al Gral. Santander, 7 de julio de 1820) • Es nuestra ambición ofrecer a los españoles una segunda patria, pero erguida, no abrumada de cadenas. (Carta a Fernando VII, 24 de enero de 1821) • El que no está con la libertad puede contar con las cadenas del infortunio y con la desaprobación universal. (Carta al Gral. Santander, 29 de abril de 1823) • La libertad del mundo está dependiente de la salud de América. (Carta a Sir Robert Wilson, General inglés, 15 de noviembre de 1824) • Id veloces a vengar al muerto, a dar vida al moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos. (Mensaje a los ciudadanos de Nueva Granada, 15 de diciembre de 1812) • Yo desprecié los grados y distinciones. Aspiraba a un destino más honroso: derramar mi sangre por la libertad de mi Patria. (Discurso en el Convenio de Franciscanos de Caracas, 2 de enero de 1814) • Para nosotros la Patria es la América. (Proclama a la División de Urdaneta, 12 de noviembre de 1814) • Mi ambición se limita a libertar mi país y a ser estimado como hombre de bien por mis coetáneos. (Carta a Juan Jurado, 8 de diciembre de 1814) • Cualquiera que sea mi suerte en lo adelante, mi último suspiro será mi país. (Carta al Presidente de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, 8 de mayo de 1815) • Amo la libertad de la América más que mi gloria propia, y para conseguirla no he ahorrado sacrificios. (Carta al Presidente del Gobierno General de Nueva Granada, 27 de mayo de 1815) • Un americano no puede ser mi enemigo ni aún combatiendo contra mí bajo las banderas de los tiranos. (Carta a Cavero E. Hyslop, 2 de diciembre de 1815) • Formémonos una Patria a toda costa y todo lo demás será tolerable. (Carta a Luis Brión, 2 de enero de 1816) • Prefiero un combate con los españoles a disgustos entre los patriotas. (Carta al Gral. Piar, 19 de junio de 1817). • Es preferible la muerte a la expatriación. (Carta al Marqués de Toro, 27 de junio de 1817) • El partido clerical es siempre adicto a su apoyo y compañero del despotismo (Memoria a los ciudadanos de Nueva Granada, 15 de diciembre de 1812) • En las guerras civiles es política el ser generosos, porque la venganza progresivamente se aumenta. (Carta a Pedro Gual, 9 de febrero de 1815) • La aclamación libre de los ciudadanos es la única fuente legítima de todo poder humano. (Carta al Gral. Petión, Presidente de Haití, octubre de 1816) • Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía. (Discurso ante el Congreso de Angostura, 15 de febrero de 1819) • La República tanto gana con la destrucción de un buen realista como de un mal ciudadano. (Carta al Cnel. Antonio Morales, 25 de febrero de 1820) • La mejor política es la honradez. (Carta al Gral. Santander, 17 de agosto de 1820) • Siempre el ladrón tiene miedo de la justicia. (Carta al Gral. Santander, 14 de febrero de 1821) • El honor es el mejor guía del laberinto de las revoluciones. (Carta a Martín J. Guise, Vicealmirante del Perú, 24 de diciembre de 1823) • De las cosas más seguras, la más segura es dudar. (Carta al Gral. Sucre, 26 de noviembre de 1824) • No siempre lo justo es lo conveniente, ni lo útil, lo justo. (Carta al Gral. Sucre, 26 de abril de 1825)

CREACIÓN DEL ESTADO VENEZOLANO

CREACIÓN DEL ESTADO VENEZOLANO
A finales de 1829 se generalizó el sentimiento separatista, que se consumó el año siguiente. Venezuela se convirtió en república independiente. En el mismo año de 1830 se firmó la Constitución. El nuevo Estado venezolano tuvo a José Antonio Páez como primer magistrado. Páez gobernó durante dos períodos constitucionales (del 24 de marzo de 1831 al 6 de febrero de 1835 y desde el 1 de febrero de 1839 al 28 de enero de 1843). Posteriormente estableció una dictadura que duró del 10 de septiembre de 1861 al 15 de junio de 1863.
José María Vargas sustituyó a Páez y gobernó desde el 9 de febrero de 1835 hasta su renuncia, el 24 de abril del año siguiente.
Carlos Soublette fue presidente desde el 28 de enero de 1843 hasta el 1 de marzo de 1847, fecha en que asumió la presidencia José Tadeo Monagas, quien gobernó hasta el 20 de enero de 1851; la segunda presidencia de José Tadeo Monagas se estableció desde el 31 de enero de 1855 hasta el 15 de marzo de 1858 fecha en la que lo derrocó Julián Castro; todavía Monagas, ya octogenario, se acercó una vez más al poder, gracias a la 'Revolución Azul', desde el 25 de junio de 1868. El Congreso nombró a Monagas para un nuevo período, pero éste murió el 18 de noviembre antes de tomar posesión. José Gregorio Monagas, gobernando desde el 5 de febrero de 1851 hasta el 20 de enero de 1855, completó la hegemonía.
Julián Castro llegó al poder por un golpe de Estado el 18 de marzo de 1858, pero fue derrocado el 1 de agosto de 1859. Manuel Felipe de Tovar fue el primer presidente elegido por sufragio universal directo y secreto (12 de abril de 1860); pero renunció al poder el 20 de mayo de 1861. Asumió la presidencia provisionalmente Pedro Gual, hasta el 29 de agosto de 1861, en que se inició el gobierno de hecho de Páez.
El presidente de la federación fue Juan Crisóstomo Falcón; cumplió primero dos períodos como presidente provisional (17 de junio al 24 de diciembre de 1863); ratificado, asumió el poder el 21 de enero de 1864; después desarrolló su período constitucional, desde el 7 de junio de 1865 hasta que el 28 de abril de 1868 renunció.
Antonio Guzmán Blanco gobernó primero un septenio (del 27 de abril de 1870 al 20 de febrero de 1877); después un quinquenio (27 de abril de 1879 al 27 de marzo de 1884); en un tercer período, llamado 'La Aclamación', volvió a gobernar Guzmán Blanco, aunque de forma incompleta, desde el 14 de septiembre de 1886 hasta el 8 de agosto de 1887, año en que se marchó a París.
Francisco Linares Alcántara gobernó desde el 2 de marzo de 1877 hasta el día de su muerte, el 30 de noviembre de 1878. Joaquín Crespo tuvo primero un bienio (27 de abril de 1884 al 27 de abril de 1886); después al frente de la 'Revolución Legalista', gobernó del 7 de octubre de 1892 al 20 de febrero de 1898.
Juan Pablo Rojas Paúl también ocupó la presidencia durante un bienio (5 de julio de 1888 al 19 de marzo de 1890); ese mismo día se posesionó Raimundo Andueza Palacio y gobernó hasta el 17 de junio de 1892. Ignacio Andrade no gobernó el tiempo que le correspondía legalmente, sino sólo desde el 20 de febrero de 1898 hasta su derrocamiento, el 19 de octubre del año siguiente.
Cipriano Castro entró a gobernar el 23 de octubre de 1899 y se mantuvo hasta el 24 de noviembre de 1908, en que viajó al exterior en busca de atención médica; dejó el cargo a su compadre Juan Vicente Gómez, quien se apoderó del gobierno hasta su muerte, el 17 de diciembre de 1935. En ese largo período gomecista, además de varios encargados de la presidencia, hubo un presidente constitucional, Juan Bautista Pérez (30 de mayo de 1929 al 13 de junio de 1931).
Eleazar López Contreras inició otra era, la denominada 'de la nueva democracia'. Tomó posesión del cargo el 18 de diciembre de 1935, al día siguiente de la muerte de Gómez, y fue elegido presidente constitucional por el Congreso el 30 de junio de 1936; terminó su mandato el 5 de mayo de 1941. El mismo día tomó posesión Isaías Medina Angarita y gobernó hasta que fue derrocado el 18 de octubre de 1945, cuando asumió el poder una Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt.
El 15 de febrero de 1948 hizo su juramento el escritor y político Rómulo Gallegos, quien no llega a completar su período debido al Golpe de Estado del 24 de noviembre de ese año, en el que gobierna una Junta Militar. Marcos Pérez Jiménez, miembro de esa Junta y Ministro de Defensa, no reconoció los resultados de las elecciones de 1952 y asumió el poder dictatorialmente el 2 de diciembre de 1952 hasta que el 23 de enero de 1958 fue derrocado.
Una nueva Junta gobernó en este período, presidida por Wolfgang Larrazábal, quien renunció el 13 de noviembre de 1958 y fue sustituido por Edgar Sanabria.
El nuevo presidente constitucional fue Rómulo Betancourt (13 de febrero de 1959 al 11 de marzo de 1964). En esta última fecha tomó juramento Raúl Leoni y ejerció el poder hasta el 11 de marzo de 1969, cuando traspasó la banda presidencial a Rafael Caldera; éste presidió hasta el 12 de marzo de 1974. Su sucesor fue Carlos Andrés Pérez, cuyo período presidencial termina el 12 de marzo de 1979 y comienza el de Luis Herrera Campins. Por reforma de la Constitución, Herrera concluye el 2 de febrero de 1984, cuando se inicia el gobierno de Jaime Lusinchi. Sigue el hilo constitucional con la elección nuevamente de Carlos Andrés Pérez, en diciembre de 1988; periodo de gran inestabilidad política, pues se produjeron dos Golpes de Estado en 1992 (4 de febrero y 27 de noviembre), y que en febrero de 1994 debió culminar.


POLÍTICA Y GOBIERNO
La actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en referéndum constituyente nacional el 15 de diciembre de 1999 y promulgada por la Asamblea Nacional Constituyente el 20 de diciembre de ese mismo año, establece que Venezuela es un Estado Social de Derecho y de Justicia, Democrático y Federal.
Gobierno Federal
Las autoridades del Gobierno Nacional residen en el Distrito Capital en Caracas, ya que según la Constitución Nacional, es el asiento de los órganos del Poder Público Nacional, cuya figura debe basarse en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad, según lo exige el Artículo 141. La misma figura está conformada por todas las instituciones u órganos del Gobierno que se enmarcan dentro de la Constitución con competencias nacionales, estando dividida en cinco ramas, independientes y autónomas:
• Poder Legislativo — ejercido por la Asamblea Nacional.
El Poder Legislativo es unicameral y reside en la Asamblea Nacional, siendo la encargada de la formación discusión y sanción de las leyes federales, además de las que rigen en el Distrito Capital, las Dependencias y los Territorios Federales. Además le está encargado sancionar los códigos legales básicos del país. Se compone actualmente de 165 diputados que sirven por cinco años y pueden ser reelegidos de acuerdo con la Enmienda Nº 1 de la Constitución Nacional. El número de diputados puede variar según el aumento de la población.
Los diputados son elegidos mediante sufragio universal, directo y secreto en cada entidad federal, y tienen la responsabilidad de representar al pueblo y a los estados en su conjunto. Su elección se realiza bajo la premisa del sistema de representación proporcional personalizada, según la base poblacional de 1,1% de población total del país. Cada entidad federal, así como el conjunto de los pueblos indígenas, tiene derecho a elegir tres diputados.
Los diputados deben aprobar los proyectos de ley para que éste se convierta en ley, pero el presidente tiene poder de veto. En ese caso, la Asamblea Nacional reconsidera el proyecto de ley. El Presidente y los Vicepresidentes de la Asamblea la promulgarán, el proyecto de ley se convierte en ley, aún sin la firma del Presidente de República.
La Junta Directiva está compuesta por un Presidente, dos Vicepresidentes, un Secretario y un Subsecretario respectivamente.
• Poder Ejecutivo — representado en el Presidente, el Vicepresidente y el Gabinete de Ministros.
El Presidente es elegido por sufragio directo, secreto y universal. Funciona tanto como Jefe de Estado como Jefe de Gobierno y además como Comandante en Jefe de Fuerzas Armadas Nacionales y Jefe directo de la Milicia. Su mandato dura 6 años, teniendo la posibilidad de ser reelegido para nuevos períodos, de acuerdo a la Enmienda Nº 1. Puede designar al Vicepresidente de la República y decidir la composición del gabinete. También puede pedir a la legislatura reconsiderar secciones de leyes que encuentre inapropiadas, pero una mayoría parlamentaria simple puede anular estas objeciones. En la Constitución también establece que la Asamblea Nacional puede otorgar por mayoría de sus integrantes poderes legislativos especiales para que el presidente dicte decretos con fuerza de ley, considerados previamente por el Legislativo.
• Poder Judicial — actante en el Tribunal Supremo de Justicia.
Este ente constituye el cuerpo de judicatura más alto en el país, conformado por 32 magistrados, distribuidos en siete Salas —Constitucional, Político Administrativa, Electoral, Casación Civil, Casación Penal, Casación Social y la Sala Plena—, con cinco Magistrados en cada una, con excepción de la Sala Constitucional que tiene siete Magistrados. Cada uno de los Magistrados del Tribunal son designados por la Asamblea Nacional para un único término de 12 años. El Magistrado presidente de la Sala Constitucional es presidente del Tribunal Supremo de Justicia.
• Poder Ciudadano — conformado por el Ministerio Público, la Contraloría General de la República, y la Defensoría del Pueblo.
Estas tres instituciones, integran el Consejo Moral Republicano. Cualquiera de estos funcionarios que integran este Poder puede ser elegido como Presidente del Consejo por periodos de un año reelegibles. Entre las funciones del Consejo está prevenir, investigar y sancionar hechos que atenten contra la ética pública y la moral administrativa, velar por el buen uso del patrimonio público y preseleccionar a los candidatos a magistrados del TSJ.
• Poder Electoral — a través del Consejo Nacional Electoral.
El Poder Electoral a través de entes subordinados como la Comisión de Registro Civil y Electoral y la Comisión de Participación Política y Financiamiento. Su objetivo es gestionar los procesos electorales, así como la aplicación de la personalización del sufragio y la representación proporcional. También reglamenta el financiamiento y publicidad de los partidos políticos. Está presidido por cinco rectores y con el mismo número de suplentes elegidos por la Asamblea Nacional por un período de siete años, pudiendo ser reelegibles hasta en dos oportunidades.
La Constitución de 1999 incorpora la figura del referéndum revocatorio para todos los cargos de elección popular, los cuales pueden ser sometidos a nueva elección a la mitad del mandato, como una forma novedosa de permitir una decisión política de la ciudadanía sobre los funcionarios electos.


MANIFIESTO SOCIALISTA DE VENEZUELA, DOCUMENTO PARA EL DEBATE

El establecimiento del Modelo Productivo Socialista requiere la creación de nuevas formas de generación, apropiación y distribución de los excedentes económicos y una nueva forma de distribución de la renta petrolera venezolana. Esa tarea implica un cambio de valores en el colectivo, en la forma de relacionarse los individuos con los demás, con la comunidad, con la naturaleza y con los medios de producción
1. Introducción
Construir una sociedad socialista para Venezuela ha sido el sueño y sacrificio de muchas personas quienes ofrecieron inclusive su propia vida por tales ideales. La situación que vive el mundo en general, y en particular nuestro país, dados los inmensos problemas no resueltos y los peligros que se tienen de desaparecer de la faz de la tierra de todos quienes la habitamos, ha llegado a un punto tal que se requiere tomar conciencia plena de la posibilidad de una catástrofe. No podemos quedarnos con los brazos cruzados.
Pasar de la elaboración a la acción concreta, de la comprensión de la realidad a su modificación radical ha sido el desvelo de muchos quienes continúan luchando por un mundo mejor. Este documento se elabora como una contribución al actual debate que se da en Venezuela con el objeto de conformar un Partido político revolucionario socialista que impulse tales cambios hacia un país como lo pensaron nuestros ancestros y quienes ofrendaron su vida y obra por la independencia nacional. Sin el desarrollo de una teoría es imposible una práctica revolucionaria, y sin una crítica constructiva, que surja de la propia práctica, tampoco será posible la edificación de una nueva sociedad fundamentada en los principios de un trabajo creador y liberador.
2. Una visión histórico-política
2.1. Caída del régimen puntofijista
La pérdida formal del poder por parte de las fuerzas sociales y políticas que lo habían detentado tradicionalmente constituye, sin duda, el acontecimiento político más relevante ocurrido en el país en los últimos años. De esta manera culmina la hegemonía, interrupción de la capacidad para continuar trazándole el rumbo ético-político a la sociedad venezolana, que hasta el 6 de diciembre de 1998 había ejercido el bipartidismo adeco-copeyano, cuestión que, a su vez, encuentra su explicación en los siguientes hechos:
1- En la mudanza de las mayorías populares al lado del proceso bolivariano como quedaría demostrado contundentemente en los procesos electorales que se realizan en el país a partir de aquella fecha. La calidad de esta determinación de los sectores populares se eleva todavía más si se tiene en cuenta que lo que la produce no es sólo la urgencia que estos tienen de comenzar a resolver de manera permanente la grave situación socioeconómica que los ha venido afectando, sino su disposición de participar activa y directamente en la realización del cambio político–estructural planteado en el país. A este respecto es muy importante subrayar que ha sido el significativo desarrollo alcanzado por la consciencia política del pueblo, lo que permite comprender, en definitiva, tanto su comportamiento político electoral de los últimos tiempos, como su participación decisiva en las acciones de calle que dieron al traste con la contraofensiva desestabilizadora desplegada por la reacción derechista durante el golpe de Estado del 11-A, el paro petrolero y el referendo presidencial revocatorio de 2004.
2- La pérdida del control relativo del aparato militar del Estado, el cual fue convertido por el orden bipartidista en el soporte armado del sistema puntofijista que el país padeció durante más de cuarenta años.
3- El proceso de disolución al que se ha visto sometida la estructura burocrático sindical que, desde los años sesenta, le sirvió de base de operaciones al bipartidismo puntofijista en el seno de los trabajadores.
2.2. La contraofensiva desestabilizadora de la derecha exógena
No resulta casual que la acción desestabilizadora desplegada por la derecha puntofijista durante el período 2001-2004, coincida con la intensa movilización política que durante el mismo período lleva a cabo el pueblo por un mayor desarrollo y consolidación de los contenidos revolucionarios del proceso político en marcha. Este es también el momento en que por efecto de la gran movilización y presión popular, el Gobierno toma la decisión de hacer aprobar por la Asamblea Nacional el primer conjunto de leyes habilitantes (Noviembre de 2001), cuyo contenido recogía, en términos generales, la voluntad del pueblo de imprimirle una mayor profundidad a sus demandas.
A todo eso respondió la derecha con el paro patronal de diciembre de 2001, que antes que modificar a su favor el cuadro político nacional, y de contener –sobre todo- el ascenso político del pueblo, contribuyó significativamente a elevar su consciencia y su disposición a darlo todo en la defensa de un Gobierno en el que ya había cifrado completamente sus aspiraciones emancipatorias. La firme y tenaz resistencia puesta por nuestro pueblo en el enfrentamiento y posterior derrota de la “derecha exógena” durante el Golpe de Estado de Abril, el paro petrolero de Diciembre de 2002 – Febrero 2003, y el referendo revocatorio de Agosto 2004, son una clara y contundente demostración de lo que hemos afirmado.
De suyo se comprende, que todos esos resultados victoriosos fueron el producto de dos cosas: 1) del importante grado de desarrollo de la consciencia política alcanzada por el pueblo venezolano en el curso de la lucha actualmente planteada por el poder; y 2) de la formidable y masiva movilización desplegada conscientemente por los distintos sectores populares comprometidos e interesados en la conquista de esos resultados.
El sentido común más elemental indica que la movilización y la organización revolucionaria del pueblo –la cual había dado extraordinarios resultados– debió haberse mantenido como el método o la forma de lucha principal para seguir enfrentando la contraofensiva desestabilizadora de la “derecha y la ultraderecha exógenas”. El que ello no haya sido así, es lo que viene a explicar -en definitiva- muchos de los errores en que hemos incurrido últimamente y, particularmente, la insólita derrota sufrida en el referendo del 2-12-07; derrota que no sólo ha introducido un importante desconcierto en nuestras filas, sino que se ha convertido lógicamente en un gran estímulo para el desarrollo de los planes políticos de nuestros enemigos, que son los mismos de todo el pueblo venezolano y de los pueblos hermanos de América Latina.
Una cuestión que llama poderosamente nuestra atención en relación con esa derrota, es la abstención (al igual que los que votaron por el NO) de más de tres millones de venezolanos que estando identificados políticamente con el proyecto bolivariano, y habiendo sufragado por el Presidente Chávez en la elecciones presidenciales de 2006, ahora se negaron a hacerlo por la reforma constitucional propuesta por él. Se trata de un hecho que exige, por una parte, una evaluación que lleve a determinar cabalmente su causalidad y, por otra, abrir los canales político-organizativos que le permitan a este sector del proceso bolivariano expresarse críticamente y contribuir, de ese modo, a la superación de esa situación.
2.3. La situación política actual en el interior de la derecha puntofijista
Es indudable que el resultado electoral del 2-12-07, se ha constituido en un importante factor coadyuvante de la política desestabilizadora de la “derecha exógena”. Tanto es así, que algunos de sus más caracterizados voceros ya se les ve y se les oye haciendo cálculos acerca de lo que perciben como la caída inminente e inevitable del gobierno bolivariano. En relación con esto, es obligado considerar que de alguna manera ese optimismo de la derecha no es del todo infundado.
Algunos de los elementos que así lo confirman son:
1) a pesar de que esta derecha ha dado muestras recurrentes de una gran incapacidad política no se debe subestimar, sobre todo si no se pierde de vista que no actúa sola, que lo hace, como se sabe, de la mano generosa de los Estados Unidos, enemigo número uno de nuestro proceso político;
2) nuestras propias limitaciones como movimiento político, particularmente las referidas a nuestra casi nula vertebración organizativa, en el seno del pueblo;
3) el cúmulo de problemas que siguen gravitando intensamente sobre las mayorías populares y que son aprovechadas massmediaticamente por la “derecha exógena” –con base cierta- para el impulso de su política en contra nuestra: nos referimos a los problemas de la inseguridad, el desabastecimiento, la carestía, la corrupción;
4) el desaliento y la confusión que ha creado en nuestras filas la derrota electoral del 2 de Diciembre pasado; 5) la real división y el conflicto que de manera sorda recorre a toda la estructura militar del país.
La apreciación desprejuiciada (objetiva) de estos elementos, hace que no constituya una exageración afirmar que en la actualidad existen sobradas razones para pensar -si no se produce un viraje cualitativo en nuestra situación política general- en la posibilidad de que se realice en nuestro país una restauración del viejo poder, pero ahora en su expresión más reaccionaria y fascista.
2.4. La situación política en el seno del bloque popular
Aunque en la estructura general de Estado existe o se ha constituido un poder político que se reconoce a sí mismo como la representación y expresión de los intereses de los trabajadores y el pueblo; poder que en una medida importante ha realizado una gestión a su favor, no puede afirmarse, sin embargo, que estos dos actores principales del proceso revolucionario hayan logrado todavía colocarse en el lugar que les corresponde como fuerza motriz y dirigente del proceso político que se vive en el país.
Eso, por un lado; y, por el otro, se mantiene en una situación de desarticulación y dispersión que no sólo explica lo anterior, sino que le ha impedido, hasta ahora, dotarse de una estructura organizativa propia y de una orientación teórico-política que le de una forma definida y la debida coherencia y consolidación como movimiento político revolucionario.
He aquí sus debilidades más importantes. Pese a ello, posee una fortaleza que es su principal arma de combate en estos momentos: el importante desarrollo de su consciencia política, alcanzado en el curso de las luchas políticas en las que ha venido participando como actor de primer plano; entre las que destacan –es preciso reiterarlo- su participación decisiva en las jornadas políticas del 13 de Abril, el paro petrolero y el referendo activado por toda la derecha (nativa y extranjera) para lograr por esta vía el derrocamiento de Chávez.
Esta situación general del Bloque del poder popular plantea la necesidad de comenzar a trabajar en lo inmediato en la construcción de los instrumentos político-organizativos que le permitan, a la brevedad posible:
1. Superar el estado de dispersión y desarticulación en que se encuentra, a fin de consolidar y estabilizar el poder revolucionario del pueblo frente a los planes desestabilizadores de la “derecha exógena”. Esto implica:
1. Profundizar el proceso de cambios del viejo Estado puntofijista a un nuevo Estado bajo la dirección directa de los trabajadores y el pueblo.
2. Acelerar la actividad de construcción de un auténtico poder popular, que comience a expresarse como un poder autónomo organizado en redes, y que sea, al mismo tiempo, la prefiguración y el punto de partida para la construcción del nuevo Estado, de un Estado verdaderamente revolucionario (no superestructural-burocrático) de los trabajadores y el pueblo, como se ha dicho antes.
3. Convertir al PSUV, en proceso de constitución, en una estructura partidista integrada y dirigida fundamentalmente por representantes políticamente avanzados de los trabajadores y el pueblo; que hayan tomado partido, de manera consciente, por el socialismo revolucionario.
Al lado de todo esto, se requiere igualmente:
1. Avanzar en la definición concreta del carácter de la revolución venezolana en el presente período histórico en que nos encontramos (en su expresión nacional e internacional).
2. Avanzar, al mismo tiempo, en la definición del tipo de socialismo que se plantea construir.
3. Poder revolucionario de los trabajadores y el pueblo en Venezuela
El estado actual de la lucha por la construcción y consolidación del poder revolucionario de los trabajadores y el pueblo en Venezuela debe ser visto desde la hegemonía de los trabajadores y el pueblo en la dirección del Estado y de la Sociedad.
Lo primero que habría que señalar a este respecto, es que se está lejos de poder decir que el conflicto o la crisis de hegemonía actualmente planteada en Venezuela se ha resuelto o está en vías de resolverse en una determinada dirección. De tal manera que no se está en condiciones de determinar “quién ha vencido a quién”.
Parafraseando al viejo revolucionario venezolano, Fernando Márquez Cairoz, lo que cabe afirmar es que “este combate no se ha decidido aún”. Por eso, la pretensión de crear la imagen o la certeza de que aquí ese problema básico de la revolución ya está resuelto es un autoengaño, o un vano intento dirigido a engañar a los demás.
En consecuencia, se trata de un problema, como todos los que tienen que ver con la lucha por el poder, que siempre se resuelve en un enfrentamiento más o menos prolongado (que por lo general incorpora la violencia como medio) entre actores políticos antagonizados; enfrentamiento en el que finalmente triunfa el que logre acumular la mayor suma de fuerza frente a su adversario (enemigo).
O dicho de otra manera, estamos frente a un problema de correlación de fuerzas que, en el caso concreto de Venezuela, se resolverá a nuestro favor si finalmente los trabajadores y el pueblo superan en el breve plazo sus actuales debilidades; con lo cual se habrán colocado en condiciones de rebasar en fuerza a sus enemigos internos (los de su propio seno) y externos en la contienda política que tiene lugar en el país.
Pero, como es lógico suponer, nadie puede predeterminar el desenlace final de esa contienda, puesto que la misma, como se ha dejado ver, constituye una cuestión práctica (no sujeta a ninguna predicción, ni a ninguna “ley de la fortuna”) en la que se ponen a prueba las capacidades, las habilidades y las destrezas de los actores en la resolución de los intrincados problemas que la lucha por el poder y la hegemonía política plantean.
2.5. Organización y movilización política de los trabajadores y el pueblo
Sólo la organización y la movilización política consciente (con apego a una línea política definida y decidida colectiva y democráticamente) le dará la victoria final a los trabajadores y al pueblo en el desarrollo de la lucha planteada.
Se trata, en este caso, de un verdadero “imperativo categórico”, por cuanto sólo mediante el cumplimiento de esos dos presupuestos podrá derivar el bloque popular la victoria -de manera simultánea- frente a la sustitución de la movilización directa y autónoma por el enclaustramiento dirigido que se le ha impuesto a los trabajadores y al pueblo desde las instancias burocráticas del Estado; y frente a la nueva contraofensiva política que la derecha exógena se dispone a llevar a cabo en lo inmediato. En este sentido, debemos proponernos dos cosas de gran importancia en estos momentos:
1. Declarar una movilización general en el interior del proceso bolivariano, que ponga en tensión activa todas las posibilidades contenidas en el seno del pueblo. Sólo así, como se ha señalado, estaremos en capacidad de infligirle una derrota aplastante a la “derecha exógena” en las elecciones del próximo mes de Noviembre, y ante cualquier otro evento que esta ponga en ejecución como parte de la continuidad de sus planes desestabilizadores.
En correspondencia con la realización de esta iniciativa, proponemos que el proceso de constitución del PSUV se convierta en una parte de esta movilización, a fin de que dicho proceso genere internamente las condiciones políticas que faciliten la derrota de la “derecha exógena” y la profundización del proceso político en desarrollo.
2. Que los líderes naturales de los trabajadores y el pueblo sean escogidos democrática y directamente por éstos para ser designados como candidatos a Alcaldes y Gobernadores.
3. Contexto internacional
El metabolismo de la lógica del capital expresa el significado más profundo de cómo se desenvuelve la humanidad en el Siglo XXI. Desde el inicio de la crisis estructural que lo afecta desde hace algunas décadas, se ha agudizado la contradicción básica que rige nuestra sociedad, y hoy se plantea de manera dramática la sustitución de la anterior lógica por otra, tal que logre desafiar la subordinación estructural jerárquica del trabajo al capital.
Cuatro son los antagonismos irreconciliables que sufre el mundo actual, el primero tiene en cuenta lo que le ocurre a los Estados nacionales y al capital global, lo cual a su vez se manifiesta en tres diferentes tipos de contradicciones: aquellas que ocurren entre el monopolio y la competencia, el de la socialización creciente del proceso de trabajo y la apropiación individual de los productos generados, y la tercera, la existente entre la división internacional del trabajo y la dominación global hegemónica del capital.
El segundo antagonismo estructural se refiere a las relaciones entre el ser humano y el ambiente, en un contexto cada vez más depredador de la naturaleza misma, en contraste con las necesidades humanas insatisfechas.
El tercer antagonismo tiene que ver con la situación del género femenino y su lucha por demás histórica por alcanzar la igualdad sustantiva.
El cuarto antagonismo expresa la presencia de un desempleo crónico, producto de la división jerárquica del trabajo que le permite erigirse al capital, como una estructura de mando vertical.
Siendo el capital un orden de control, debe tener una estructura de mando única, lo cual se expresa por un lado en la división de la sociedad en clases sociales, y por la otra, en instituir al Estado como órgano de control político, todo ello con el objeto de cumplir la función de una máxima extracción de plustrabajo. Se da de esa manera una doble determinación del capital al trabajo, como relaciones de jerarquía y subordinación. Dado que el capital se encuentra orientado hacia la expansión y está guiado por la acumulación, cuando este proceso se detiene, se producen las crisis, teniendo hoy en día, un carácter estructural dado que emergen sus componentes eminentemente destructivos, con el peligro de desaparición de la humanidad entera.
En tres diferentes instancias se manifiesta la ausencia de un control unitario por parte del capital, la primera, al observar la separación entre la producción y el control, la segunda, con la independencia entre la producción y el consumo, y finalmente, la existente entre el mundo de la producción y la circulación. Para tratar de armonizar dichas relaciones actúa el Estado como aquella estructura de mando política totalizadora del capital, sin embargo, a lo largo de la historia del capitalismo más desarrollado, como lo fue también en el caso de la antigua Unión Soviética, no pudieron evitar las guerras mundiales del Siglo XX, como tampoco las que se han presentado en el inicio del Siglo XXI. Solamente al Estado le ha tocado un rol remedial a lo largo de la historia, y cuando se extralimitó en demasía produjo la implosión de dicho sistema.
No es posible valorar el desarrollo futuro de cualquier alternativa diferente a la del capitalismo global de nuestros días, si no tenemos en cuenta el desajuste estructural entre el Estado moderno y las estructuras reproductivas del capital. El sistema capitalista actual se basa en la alienación del control de los productores. El capital global no tiene una contrapartida en el Estado global.
Con la imposición del imperialismo hegemónico global, con Norteamérica como fuerza predominante, a través del más poderoso complejo militar-industrial que jamás haya existido, han aumentado los riesgos de una destrucción del globo terráqueo y exterminio de la humanidad, en esa dirección, la expresión de Rosa de Luxemburgo, acerca del dilema a enfrentar entre ¨Socialismo o barbarie¨, adquiere un dramatismo particular.
4. Crisis del capitalismo rentístico venezolano
Las luchas ancestrales de los pobladores de nuestro territorio, así como las que permitieron liberarlo del yugo del imperio español, construyeron un país que por siglos ha mostrado su carácter indómito y rebelde. Sin embargo, la dotación natural no ha podido ser transformada por la acción de sus habitantes en riqueza permanente para el desarrollo de las presentes y siguientes generaciones de venezolanos. Los conflictos internos y la falta de visión de futuro han cercenado posibilidades, que en la actualidad se encuentran condicionadas por una crisis del sistema capitalista rentístico que vive el país, a consecuencia de la riqueza petrolera descubierta en los inicios del siglo anterior.
La renta petrolera venezolana, producto de la propiedad del Estado del recurso energético, como medio de producción no producido, no se genera en el país sino que se capta del exterior y significa un ingreso sin contrapartida productiva, con abundancia de recursos monetarios e insuficiencia de captación de capitales, siendo su distribución posterior, un acto de carácter netamente político. La renta que tuvo un carácter dinamizador en algunos períodos de la economía nacional se vino transformando cada vez más en un obstáculo para el desarrollo, terminando por hacer colapsar la propia economía rentística.
Dos países diferentes quedaron como resultado de la aparición petrolera, uno moderno y dinámico integrado a la economía mundial y otro tradicional y estancado, más orientado al mercado interno, mostrando un circuito de acumulación abierto por ambas puntas, una como economía netamente exportadora de hidrocarburos y la otra productora de bienes de consumo final, establecida fundamentalmente, en el Eje Norte Costero del país. De allí surgió el proceso sustitutivo de importaciones como modelo de desarrollo concentrador y generador de una creciente marginalización en los principales centros poblados.
Luego vino el proceso de privatización petrolera, habiéndose dado previamente los hitos de la Reforma Petrolera de 1943, primero, la fundación de la Organización de los Países Petroleros de Petróleo (OPEP) en 1960, después, y posteriormente, la Nacionalización en 1976. Como se afirma, el papel del Estado rentista más allá de la recaudación de la renta y su distribución, al no operar los mecanismos de regulación, provocó el colapso de la economía rentística, la desaparición práctica de la regalía, como emblema del sistema rentístico marcó su partida de defunción.
A partir de finales de los años setenta se produjo un proceso de descapitalización hasta nuestros días, transfiriéndose una enorme riqueza propiedad de todos los venezolanos a manos de pocos privados. Fue sólo con la llegada del nuevo gobierno en diciembre de 1998 cuando se intentó revertir esa tendencia de dos décadas de desacumulación productiva.
La crisis rentística por un lado, y la deslegitimación de un régimen político surgido hace medio siglo bajo el llamado Pacto de Punto Fijo, fue incapaz de resolver las crecientes necesidades que planteaba la sociedad venezolana. Los campanazos de alerta de la explosión popular de 1989, con el ¨Caracazo¨, y las rebeliones militares de 1992, comenzaron a abrir la posibilidad de una alternativa a la crisis de legitimación del Estado venezolano que se venía gestando producto del régimen bipartidista clientelar.
El nuevo gobierno que se instaló en febrero de 1999 acompañado por un proceso constituyente sometió en diciembre de ese mismo año la propuesta de una nueva Constitución que fue aprobada con amplio margen popular. Se concretó de esa manera la posibilidad de solución a la crisis de legitimación del régimen de la Cuarta República. Una alternativa de carácter nacionalista comenzó a gobernar el país, y desde su mismo inicio comenzó la recuperación de la renta petrolera y su distribución para la solución de la deuda social acumulada durante décadas, al unísono que se planteaba una política social inclusiva buscando una igualdad sustantiva para las grandes mayorías de la población venezolana.
Grandes avances se han alcanzado desde el inicio del gobierno bolivariano dirigido por el Presidente Hugo Chávez, particularmente en el área política y en la social. En cuanto a lo primero el nivel de conciencia adquirido por el pueblo venezolano le ha permitido mantener un gobierno que ha correspondido a sus necesidades, y en segundo lugar se ha demostrado la fortaleza de la fuerza popular al derrotar el intento de Golpe de Estado del 2002, y al sucesivo sabotaje petrolero. La organización popular ha avanzado en diferentes frentes, requiriéndose sin embargo, la consolidación de un liderazgo político colectivo que mantenga las esperanzas y posibilidades de un proceso de cambio social radical y revolucionario.
La política social incluyente consistentemente sostenida a lo largo de estos años debe consolidarse con mayores grados de eficacia y eficiencia estatal, acompañada permanentemente por la contraloría social y la organización del pueblo desde la base, para combatir las desviaciones burocráticas, ampliando su base de acción para alcanzar una mayor cobertura y calidad, acorde con el pago de una inmensa deuda social que viene del régimen de la Cuarta República. Los indicadores sociales ya alcanzados son una muestra de la correcta línea planteada en el campo social, pero la misma debe ser constantemente revisada para profundizar dichos cambios anhelados por el pueblo venezolano.
En el ámbito económico, la recuperación de la renta petrolera y su distribución para fines sociales y productivos ha permitido un crecimiento significativo, que deberá mantenerse con la profundización de la lucha contra los intereses de los sectores dominantes que pretenden continuar con el modelo de desacumulación y con rasgos privatizadores vinculados a intereses foráneos. En esa dirección el papel del Estado deberá complementarse con un desarrollo de la economía popular, para satisfacer las necesidades humanas de la mayoría de la población.
No solamente el Estado debe actuar como productor de riqueza de manera directa a través de la propiedad de los medios de producción, como las empresas consideradas estratégicas, sino también en su papel de regulador entre los diferentes tipos de propiedad, la estatal, la social y las demás formas, particularmente en la etapa de transición hacia una economía de carácter socialista. Estas definiciones se hacen necesarias no solamente al plantear el modelo productivo deseable, pero sobretodo el modelo que será viable en las condiciones específicas de Venezuela.
A continuación enumeramos una serie de funciones que deberá cumplir el Estado Socialista: ser expresión constitutiva y hegemónica del Poder Popular; garantizar que el trabajo se convierta en conductor y organizador de los procesos productivos; garantizar el proceso de acumulación socialista; regular las relaciones sociales de propiedad, producción, distribución y consumo; ser productor directo de riqueza basada en el trabajo no alienado; y captar y distribuir la renta petrolera.
5. Retos del socialismo venezolano
Variados e importantes son los retos que se plantea la construcción del socialismo en Venezuela.
El primer reto se refiere a las condiciones de irreversibilidad del proceso. La alternativa que se proponga debe superar de manera permanente la base de poder del adversario más poderoso que ha tenido la historia de la humanidad, esto es, la lógica del capital.
Irreversibilidad como condición necesaria, no suficiente, en un horizonte temporal abierto hacia el futuro que requiere definiciones del hoy en un tránsito que permita crear las condiciones subjetivas y materiales de la sociedad que se propugna de carácter socialista.
La irreversibilidad de un proceso que apenas se encuentra en transición al tratar de superar la crisis de legitimación del Estado, como una modificación de un cambio de régimen de la Cuarta a la Quinta República, plantea antes que nada la necesaria consolidación del régimen político existente, cuestión que se encuentra en ciernes dada la correlación de fuerzas existentes y la ofensiva que no ha cesado ni siquiera a 5 años del Golpe de Estado de abril de 2002.
La superación de la crisis aún en curso a través del fortalecimiento de las relaciones entre el pueblo venezolano y su Fuerza Armada es algo que fluye a través de la estructura de la misma institución armada como también a través de las relaciones y contradicciones en el seno del pueblo mismo. En esa dirección la construcción de un partido socialista que represente un liderazgo colectivo, con el papel de intelectual orgánico, es una condición apenas necesaria en ese proceso de lograr una irreversibilidad de la transición planteada.
Si la irreversibilidad de la transición política se encuentra en juego lo es aún más la relativa a la transformación del aparato productivo hacia un modelo de tipo socialista, en ese sentido es posible plantear diferentes tesis acerca de ese tipo de transición.
La condición de irreversibilidad contiene muchas especificidades necesarias. Una muy particular se refiere a la captación de la renta petrolera y su distribución sustantiva entre quienes menos tienen, no a modo de un reparto indiscriminado que sólo aportaría mayor desorden al desorden y concentración de riqueza en las viejas personificaciones del capital y de las nuevas que se asoman con la máscara de la revolución y el socialismo, particularmente las que se han venido conformando en estos primeros años del proceso de cambio que se inició el 6 de diciembre de 1998.
El reparto equitativo de la riqueza y su justa distribución para poder avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales pasa por el pago de la deuda social acumulada y la reversión del proceso de desacumulación que se inició en Venezuela a finales de la década de los setenta luego del primer boom petrolero y el inicio del segundo a principios de los ochenta.
Un segundo reto se refiere a la participación plena en la toma de decisiones de los productores asociados, no sólo en los campos de la actividad social y económica, sino también en la esfera cultural. El establecimiento de una genuina y no jerárquica coordinación y en correspondencia una relación no adversarial entre los productores asociados, se constituye en uno de los retos a superar para alcanzar el socialismo y su basamento en una lógica del trabajo.
Si durante el nacimiento del capitalismo esa relación entre productores vino a requerir el establecimiento de una acción libre de la interferencia de la política, y de allí el surgimiento del mito de la mano invisible del mercado, en contraste con la permanencia del Estado para tratar de salvar lo insalvable dentro de la crisis del capital actual, en el futuro la construcción de ese nuevo tipo de relaciones, por un lado genuinamente no jerárquicas, y por el otro, de carácter no adversarial implican condiciones que puedan permitir germinar el nuevo tipo de vínculos en la esfera productiva para superar la lógica extractiva de plustrabajo por parte del capital, y por otro lado, la oposición a todas las formas de subordinación y dominación que van más allá de lo netamente productivo y sobrepasar dicho ámbito para alcanzar lo social y cultural como referencias para el nuevo tipo de sociedad que se intenta construir basado en la lógica del trabajo.
La personificación de la lógica del trabajo en los productores asociados, representaría la manera como las relaciones de producción se establecerían en la nueva sociedad. Modificando así la relación entre el valor de cambio, predominante en la sociedad capitalista, como dominante en la esfera productiva dejando de lado la satisfacción de las necesidades humanas ligadas al valor de uso, más allá de la mera relación mercantil dirigida por el proceso de acumulación de capital.
El asentamiento de la nueva relación de producción que se quiere de tipo socialista, podría recorrer un camino parecido en términos de su establecimiento al que se dio dentro de la etapa del feudalismo con el inicio de la producción artesanal comercial y agrícola, en el entorno de las grandes ciudades Estado, los feudos y su hinterland, al desarrollarse fuera del control de la esfera política. La producción de nuevo cuño fue legitimada inclusive con la ideología que provino de la Ciencia Económica, la Economía Política Clásica, como gran justificador y eternizador de las relaciones mercantiles y con la ilusa pretensión de un mercado y de su mano invisible fuera del ámbito de actuación del Estado Feudal.
Si era correcta la apreciación de los creadores de la Economía Política del Capitalismo de dejar al mercado actuar fuera de la acción del Estado, esta se encuentra a los tiempos actuales fuera de toda posibilidad, dado que el mismo Estado se ha venido a constituir en el ámbito político dominante, que actúa bajo la propia lógica del capital, siendo su acción ligada a las contradicciones no solubles por dicha lógica.
Podría pensarse que dada la actual participación del Estado como comando unificado político de la lógica del capital, su gran influencia podría servir para el inicio de una dinámica diferente que no parta del microcosmos productivo individual sino más bien oriente su acción a la creación de esa transformación de las unidades productivas en otras dónde prevalezca la producción de valores de uso sobre las relaciones actuales donde el valor de cambio determina la dirección de las necesidades sociales que vienen a satisfacer al ser humano colectivo e individual.
El establecimiento de la doble condición de una coordinación genuinamente no jerárquica y no adversarial es uno de los mayores retos que pone la construcción de un modelo productivo de carácter socialista basado en la lógica del trabajo.
En el caso venezolano actual existen ventajas y fortalezas que derivan de su situación productiva basada en la economía petrolera. Lo que aparece a primera vista como una rémora producto de la captación de una renta petrolera, como renta al fin y en discordancia con el mismo modelo productivo capitalista, así como lo fue en sus inicios la rémora derivada de la renta de la tierra que debió ser superada posteriormente con la propia dinámica de acumulación capitalista, en nuestro caso particular y específico con el advenimiento del nuevo modelo productivo socialista, en su posterior desarrollo de las fuerzas productivas, y con el cambio también ulterior de las relaciones de producción, dicha rémora podrá ser superada diluyendo la paradoja actual de atraso y dependencia de la renta petrolera, para ser aplicada a un avance de la sociedad.
La superación de la mistificación en el concepto de la participación debe dejar de lado las formalidades de la misma y permitir a los productores asociados, los verdaderos productores de plustrabajo, ser los sujetos verdaderos del poder.
El paso de una situación de dominación y explotación a otra de liberación será un reto incuestionable a lograr. Siendo el capital una fuerza extraparlamentaria por excelencia y controlador del proceso en su generalidad, la posibilidad de un cambio progresivo auspiciado por las estrategias formalmente democráticas pero sustantivamente autoritarias, hacen que por un cierto tiempo de transición como período histórico limitado, la total transferencia de los poderes sea parte de la lucha por transformar esas estructuras jerárquicas que tienen a la cabeza el Estado, como referente de dominación político a nivel del macrocosmos productivo.
Lo que está en juego es la doble superación de esa coordinación de tipo jerárquico que deviene en formas estructuradas de dominación y subordinación a nivel de las unidades productivas. Tamaño reto debe alcanzarse en la fase de transición transformando el Estado en correspondencia con la producción material, de allí resultan estrategias particulares que permitan el nacimiento de la semilla productiva y puedan articularse en un sistema no jerárquico y no adversarial, al asumir los productores asociados el poder como sujetos reales.
El tercer reto se refiere a la igualdad sustantiva como la condición absoluta de sostenibilidad. La desigualdad imperante bajo el sistema capitalista y en la experiencia soviética de tipo poscapitalista, obedeciendo ambas a la lógica del capital con extracción en la primera de plustrabajo por vía económica y en la segunda por vía política, basadas en una cultura de desigualdad sustantiva a través de las décadas y los siglos, ha sido justificada a nivel político en términos de la igualdad formal.
Ni a nivel de las células del sistema ni aún en el conjunto de la sociedad como un todo la prevalencia de la igualdad sustantiva es posible bajo los imperativos de la lógica del capital, ello dadas esas internas determinaciones de tipo adversarial y de tipo conflictivo. Por un lado el antagonismo que se da en las relaciones de capital y trabajo a nivel esencial del metabolismo del sistema, pero también en tanto relaciones fenoménicas de las personificaciones en los capitalistas y los trabajadores donde las relaciones de valor de cambio de carácter mercantil prevalecen sobre la satisfacción de las necesidades humanas.
Con esas relaciones adversariales jerárquicas confluyen las de naturaleza conflictiva por dominar las relaciones de poder, dado que las personificaciones actúan como las dominantes y determinantes en la dinámica de las relaciones sociales. Cuánto tiempo durará el transito de un modelo a otro de tipo no adversarial y conflictivo es algo que queda abierto en el tiempo histórico por venir y estará sujeto a la posibilidad de construir alternativas diferentes a lo que existe actualmente, en consecuencia deben plantearse alternativas de transformación que involucren tanto la esfera política propiamente dicha como aquella relativa a la producción material en el período de transición.
En el caso venezolano la superación de la crisis de legitimación del Estado con el cambio del régimen político debe venir acompañada con el proceso de transformación de la esfera productiva, ambas de manera concomitante, tomando al Estado en su fase de transformación siendo portante a su vez del cambio en las relaciones sociales. Estado, la esfera política y la de tipo productivo se constituyen en una triada inseparable e íntimamente a la base de la cual se encuentran los productores libremente asociados como fundamento para construir una nueva estructura, su implementación en el tiempo se constituye en uno de los retos absolutos para lograr esa participación sustantiva que supere la de tipo formal en el capitalismo.
El cuarto reto se refiere a la planificación y la necesaria superación del abuso del tiempo por parte de la lógica del capital. La planificación en su sentido pleno del término es un rasgo esencial del control metabólico social socialista, tanto en su impacto inmediato como en el lejano tiempo histórico futuro.
En los tiempos actuales que vivimos de una globalización de la lógica del capital la necesaria conciencia histórica de los tiempos que corren, así como la necesaria racionalidad comprensiva, son cada vez más difíciles de alcanzar, dado el poder destructivo de las fuerzas que impulsan el proceso de acumulación con su crisis estructural a cuesta que no le permite superar las contradicciones antagónicas que le son inherentes.
En este contexto plantearse una genuina planificación integral que muestre las contradicciones y peligros realmente existentes es un reto a la construcción de la sociedad socialista.
La antagónica relación entre los Estados nacionales y la presencia transnacional de las corporaciones productivas a nivel de la entera esfera terrestre requiere implementar un tipo de planificación que parta de los seres humanos y que los involucre en las decisiones sustantivas que atañen a la satisfacción de sus necesidades de manera de sobreponer la actual dinámica dominante del valor de cambio en el sistema productivo en particular, y en la sociedad en general.
El proceso de acumulación capitalista debe ser dejado de lado por una distribución de recursos que empleen adecuadamente el tiempo de trabajo en función de esas necesidades vitales.
El tiempo de trabajo necesario para la producción de valor de cambio orientado por una contabilidad del tiempo que rige la ganancia debe ser suplantado por una utilización que permita la satisfacción de necesidades humanas como norte, en términos de una racionalidad sustentable inherentemente y cualitativamente determinada.
En esa dirección la creación de una vida con significado para los seres humanos, al más alto grado posible, como sujetos de su propia existencia y concientes de la utilización del tiempo no como necesario para la acumulación del capital, en su inherente extracción de plustrabajo, pero sí como actores de sus propios actos que desarrollan sus potencialidades individuales y sociales de manera conciente, de allí la reafirmación de los productores como libremente asociados en su sentido de fuerza colectiva que interactúa con los sujetos individuales en su desarrollo no alienado creando riqueza a través del trabajo.
La necesaria simultaneidad del desarrollo colectivo junto a la satisfacción de las necesidades de tipo individual, concientemente acopladas dan como producto un tiempo histórico que intente superar las condiciones de un reino de la necesidad para pasar a otro donde prevalezca el reino de la libertad, lograda a través de una superación de la conciencia individual devenida en conciencia colectiva. En consecuencia la actividad de una planificación comprensiva se vuelve un reto a lograr si de alcanzar la sociedad socialista se trata.
El quinto reto plantea la necesidad de revertir las relaciones mercantiles que condicionan el logro de los valores de uso para satisfacer necesidades humanas a las del valor de cambio orientadas por una acumulación del capital, esta situación que ha tocado los límites estructurales de su expansión por el tipo de crisis de su misma lógica, tiene límites objetivos en nuestra época histórica actual al exacerbarse las contradicciones antagónicas y la tendencia a un dominación basada en los monopolios.
La férrea determinación del consumo y la distribución de mercancías por parte de la producción de tipo capitalista influye en la presencia de unos valores de cambio que arrinconan la satisfacción de necesidades humanas, y en consecuencia la realización del valor de uso de las mercancías producidas. En esa dirección el verdadero sentido de la economía en cuanto a la economización de los recursos entra en contradicción con el desperdicio, la ineficacia y la ineficiencia en su utilización, de allí el rechazo que debe existir a la concepción que pretende de un socialismo de mercado como pretensión irrealizable en la búsqueda de un modelo que logre superar la crisis del capital y sus insuficiencias para el beneficio de las necesidades humanas.
Se plantea en consecuencia el reto de activar las potencialidades positivas de un desarrollo vinculado a la generación de valores de uso, a un tipo de crecimiento sostenible en el largo plazo, de manera cualitativamente diverso basado en la autogestión de los productores libremente asociados.
La economía basada en un consumo despilfarrador que no toma en cuenta tasas de utilización adecuadas, como por ejemplo en el uso del automóvil individual versus el mejor uso de un transporte público colectivo nos conduce a la búsqueda de otras formas de producción más cercanas a la satisfacción de los valores de uso que al producir mercancías que vayan en detrimento de la naturaleza por la contaminación que producen y el de mayores costos sociales.
De esta manera la producción nacional en el caso venezolano debe estar relacionada con la de otros países en un esfuerzo común por romper la dependencia del modelo productivo, buscando mayores complementaciones en sus aparatos, un ejemplo de ello se resume en la propuesta del ALBA en neta contraposición a la proveniente del ALCA a través de la cual lo que se integra y se globaliza es la producción de las empresas transnacionales, concentrando aún más el lado de la producción destructiva que sigue la lógica del capital, poniendo por supuesto de lado la posibilidad que el valor de uso supere y condicione la lógica impuesta por la acumulación capitalista a través de la producción de valores de cambio.
El sexto reto se refiere a la superación de la cuestión nacional versus el proceso de internacionalización que vive el sistema capitalista. Así como históricamente existió una condición de universalización de la dirección de la sociedad por las clases emergentes de la burguesía nacional que fueron abarcando cada vez mayores espacios primero a nivel de las diferentes naciones y luego en el campo del resto del mundo, expandiéndose a través de los imperios que tuvieron sus confrontaciones durante las dos guerras mundiales que sacudieron al mundo en el Siglo XX, hoy en día el poder incomparable que han logrado obtener las grandes unidades productivas transnacionales, han terminado por opacar y dejar de lado al Estado nacional quién lucha por defender los territorios de quienes menos poseen dentro de los límites de acción de cada uno de los propios Estados.
Siendo el capital la fuerza controladora de los procesos de reproducción social y económica, su expresión no puede ser otra que la de una determinación jerárquica y autoritaria que vaya en beneficio de los más grandes intereses de las grandes potencias. En consecuencia la alternativa socialista propuesta debe comenzar por negar ese tipo de relaciones de imposición y tratar de establecer otras de tipo complementaria que respeten la libre determinación de los pueblos con sus diferencias.
El reemplazo de las relaciones antagonísticas por otras de tipo solidario, sólo que dicha iniciativa encuentra la gran oposición de quienes pretenden mantener las relaciones hegemónicas y de sometimiento por parte de las grandes potencias y particularmente por la más poderosa del imperio norteamericano, quién actúa de manera directa como lo hace en Irak, o Afganistán, o en otros lugares, o de manera indirecta a través de fuerzas mercenarias, el uso de instituciones internacionales mediatizadas, la presencia de empresas transnacionales que le sirven de escudo, o con el apoyo de gobiernos que le sirven de instrumentos de penetración y mantenimiento del status quo.
En la medida que se agudiza la crisis estructural del capital y se hacen más intensos los antagonismos entre los Estados nacionales y el poder internacional del capital, en esa misma medida se requerirá de una acción directa de carácter militar sin ningún tipo de mediación. Si este tipo de acción no tuviese límite el pronóstico estaría claramente determinado, la cuestión en parte también reside en las consecuencias internas que se tienen al interior de los países que conforman las grandes potencias, o quienes aún se encuentran en la cúpula del poder mundial.
La procesión va también por dentro y el funcionamiento de las mismas sociedades va encontrando los límites a la crisis que siendo estructural igualmente termina por golpear al interior de los grandes Estados que dominan la escena mundial. De allí la tesis expresada de la necesidad de un nacionalismo de tipo defensivo complementado con una posición positiva del internacionalismo.
En el caso particular de Venezuela el rescate de las tesis bolivarianas ligadas a la lucha liberadora del Siglo XIX se une a la necesidad de unir esfuerzos con otros procesos nacionales que apunten en la misma dirección, exaltando un verdadero patriotismo junto al internacionalismo necesario de una lucha a favor del socialismo en el mundo actual, no solo con relación a las luchas de los pueblos latinoamericanos y caribeños, sino también lejos de nuestros mares al convocar a los pueblos de Africa y del Asia, en fin a la mayoría de los pueblos del Sur. Cómo se continúa correctamente afirmando el internacionalismo socialista se hace inconcebible sin el pleno respeto a las aspiraciones de las clases trabajadoras de las otras naciones.
¿Cómo entonces articular una alternativa viable positiva? Debe ser una alternativa que supere el metabolismo de la lógica del capital, ayudando a articular y coordinar de manera comprensiva formas no jerárquicas de toma de decisiones tanto en ámbito productivo como en el su base política y cultural. Se plantea el inmenso reto de poder controlar concientemente, de acuerdo con los objetivos que se propongan, la dirección de los procesos productivos y distributivos por parte de los genuinos sujetos de la historia, en el caso de un futuro por el socialismo, esto es, los trabajadores como productores libremente asociados, tal de erradicar todas las formas de explotación y opresión existentes.
El séptimo reto se refiere a la necesaria reunificación de la esfera política y la reproductiva de tipo material que pasa por la superación de la vía parlamentarista la cual se ha constituido en un espacio privilegiado para el reformismo socialdemócrata, fuera del campo de acción de la lógica del capital en su sentido extraparlamentario, de allí la necesidad de vitalizar las Asambleas Constituyentes como modos para avanzar en el camino de una transformación radical del orden establecido.
Si la soberanía reside verdaderamente en el pueblo allí debe fundamentarse la fuerza primaria para los cambios propuestos evitando las mediaciones y mediatizaciones que se introducen con los cuerpos parlamentarios. La necesaria fusión entre los cuerpos políticos y las fuerzas de la producción basadas en los mismos trabajadores debe subsumir los cuerpos representativos para evitar la alienación de los mismos productores del cuerpo de la democracia formal.
Así como el capital resulta la principal fuerza extraparlamentaria y continua aparentemente su proceso acumulativo fuera del contexto del cuerpo político a quién subsume, se presenta un reto a los trabajadores en su ruta por impulsar el nuevo modelo productivo, que dirija diferentemente desde afuera el propio parlamento como cuerpo político representativo.
Dicha unidad debe volver a las bases de la producción material acompañada por la representatividad política no como instancia retardadora y amortiguadora de los cambios socioproductivos, sino más bien adaptándose a los modelo de cambio que se intentan implementar bajo una lógica derivada del trabajo y no de la del capital. No se trata simplemente de las apariencias representativas a través del parlamentarismo, sino más bien de los obstáculos y mediatizaciones que se interponen en el devenir de los cambios planteados.
En esa dirección al tratar de poder alinear el sentido político a las fuerzas materiales de la transformación en un movimiento acompasado, la presencia del Estado en la fase transicional de la construcción del socialismo va a requerir que el acoplamiento si proviene de un liderazgo político inicial por la propia naturaleza de la transición que vive, en particular, Venezuela, trate de resolver las contradicciones que aparecen en esa etapa del desarrollo del país con una visión que en perspectiva vaya poniendo los fundamentos de la nueva sociedad que se intenta construir.
La separación de la relación entre la acción de la esfera política y la producción material que permitió el avance del sistema capitalista al tomar las representaciones del capital su dinámica dominadora, ahora durante la crisis estructural del capital y el intento por parte del Estado de mantener su separación a partir de una concentración del poder político fuera de la esfera material, deberá sufrir severas modificaciones en la construcción de la sociedad socialista que se plantea.
Es por eso que se hace necesaria la reconstitución de esa unidad de manera viable y permanente para avanzar en la construcción del nuevo modelo basado en una lógica del trabajo. La crítica a la separación entre la llamada sociedad civil y el Estado político, simplemente sujeta a la acción de las fuerzas productivas dominantes debe ser superada por una nueva fusión, que durante la fase de transición deberá apoyarse necesariamente en el aparato estatal, particularmente en las condiciones específicas del caso venezolano, lo cual pudiera resultar una fortaleza de no constituirse el Estado como tal en un fin en sí mismo.
El dualismo que se pretende establecer entre la sociedad civil ligada al mundo de la producción material, por un lado, y el Estado político por el otro, permite en la práctica de la sociedad capitalista ocultar las determinaciones que provienen de las determinaciones estructurales de la lógica del capital las cuales dominan el funcionamiento del metabolismo social y su reproducción.
La acción parlamentarista solamente llega a la restricción formal de la lógica del capital, repitámoslo una vez más, siendo el capital la fuerza extraparlamentaria por excelencia, actuando fundamentalmente en la esfera de la reproducción material. Aparece en este contexto la figura del Estado al centro de las contradicciones entre la esfera productiva y las relaciones de poder de carácter eminentemente políticas.
El papel fundamental del Estado como estructura de comando político autoabarcante junto a las determinaciones reproductivas materiales vienen a constituir la realidad super poderosa del capital. La vieja aspiración de la desaparición total del Estado con la llegada del socialismo al consagrarse la total participación autogestionada de los trabajadores como personificaciones del nuevo modelo, permanece como un referente normativo, por tanto deseable pero sin solución definitiva en las experiencias vividas hasta el momento.
Tal aspiración se encuentra en la dirección de la verdadera construcción de una sociedad diferente por parte de los productores libres asociados, los trabajadores fuera de las férreas determinaciones del capital mismo. En consecuencia la articulación de un movimiento socialista y el partido que lo apoye debe relacionarse en todos los ámbitos posibles de la sociedad, incluyendo, por qué no, la fuerza parlamentaria, siempre que no sea la única fuerza de cambio.
Se plantea entonces el reto de la organización de los intereses de los trabajadores no como una fuerza política para sí, en beneficio de sus particulares intereses sino como un referente para toda la sociedad la política, y fundamentalmente la dirigida a la producción material, ambas con una sola orientación, esto es, la búsqueda de una alternativa hegemónica, el trabajo como condición de existencia universal de los individuos.
El octavo reto se refiere a la educación como aquella actividad que enfrentan los individuos en sus históricas circunstancias orientada al cambio radical estructural abierto en el tiempo, no como mera utopía social ideal, pero si como conciencia verdadera de los retos que se le presentan a los individuos, como la conciencia socialista del desarrollo en curso, de la historia en su presente vivido y el de las posibilidades de la transformación posible.
6. Tesis sobre el modelo productivo socialista
Para la construcción del Modelo Productivo Socialista se plantean varias tesis que ubican la acumulación necesaria en la fase de transición venezolana al tratar de pasar de un régimen anclado en la Cuarta República a otro nuevo, definido en la CRBV como de la Quinta República. Los cambios productivos que se fundamentan en las formas de generación y distribución de los excedentes toman una conformación de carácter institucional que se ve reflejada en los tres ámbitos productivos de la economía pública, la social y la de tipo privado.
La conjunción de estas tres maneras que coexistirán por un largo período de tiempo mientras dure la transición política será el fundamento del nuevo tipo de sociedad que se intenta construir, transformando la forma acumulativa actual. A continuación enumeramos seis tesis que constituyen un sistema integrado de afirmaciones definitorias para visualizar los cambios propuestos.
Tesis primera. ¨El modelo rentista – capitalista es incapaz de garantizar la satisfacción de las necesidades sociales para los venezolanos de forma permanente, por ello se requiere sustituirlo por uno productivo de carácter socialista¨.
Tesis segunda. ¨La transición de un modelo rentista-capitalista a uno productivo-socialista requiere la activación de un poder productivo basado en el trabajo¨.
Tesis tercera. ¨El proceso de transición venezolano se sustenta en un intercambio de actividades productivas, genuinamente planificadas y autogestionadas cada vez más justas, equitativas y solidarias, de manera eficiente y oportuna, en cantidades, costos y precios adecuados, que incluyan una acumulación fundamentalmente basada en el trabajo¨.
Tesis cuarta. ¨El modelo productivo es el responsable de proveer el sustento material al modelo de sociedad socialista tal que le permita su sustentabilidad y desarrollo, y por lo tanto es un elemento fundamental en la construcción de viabilidad al Proyecto Nacional¨.
Tesis quinta. ¨En el Modelo Productivo Socialista se distinguen tres ámbitos: Empresas Públicas, Empresas de la Economía Social y Empresas privadas.
Tesis sexta. El establecimiento del Modelo Productivo Socialista requiere la creación de nuevas formas de generación, apropiación y distribución de los excedentes económicos y una nueva forma de distribución de la renta petrolera venezolana. Esa tarea implica un cambio de valores en el colectivo, en la forma de relacionarse los individuos con los demás, con la comunidad, con la naturaleza y con los medios de producción¨.
Tesis séptima. ¨La empresa pública es la dinamizadora del modelo productivo socialista. A través de ellas el Estado se reserva las actividades productivas estratégicas para el desarrollo del país respondiendo directamente a la planificación central¨.
Adicionalmente acotamos primero, que la participación del Estado Socialista que se quiere construir se fundamenta en la captación de la renta y del plustrabajo.
Segundo, que se debe transformar el aparato burocrático del Estado, mediante una participación popular protagónica vinculante y corresponsable, es la vía para adecuarlo al socialismo bolivariano.
Tercero, que el trabajador es el motor interno de un modelo productivo socialista y debe tener claridad ideológica y conciencia revolucionaria.
Cuarto, que la instauración del modelo socialista obliga a prescindir del trabajo improductivo generador de antivalores, como agente parasitario, en todos los sectores laborales, tanto en las instancias generadoras de políticas, como en las ejecutoras (Misiones) y productivas (Empresas públicas).
En esa dirección es menester mantener una relación laboral horizontal, la cual, en los casos que sea necesario, coexista con una división técnica del trabajo, sin que esto menoscabe la horizontalidad en las decisiones y la igualdad sustantiva entre los trabajadores.
7. El Partido Socialista Unido de Venezuela
7.1. La construcción de un liderazgo político colectivo
Los procesos fundacionales en términos de las organizaciones políticas que han hecho historia así como el de la renovación de los Estados a través de cambios profundos, han sido objeto de argumentaciones para fundamentar tanto al dirigente necesario cuánto a la necesidad de una dirección colectiva que oriente dichos procesos de cambio social.
Todo ello lleva a la discusión del nivel de democratización en la toma de decisiones y al análisis de desviaciones como las atinentes al denominado ¨culto a la personalidad¨.
El partido como ¨intelectual orgánico¨, el partido como ¨el Príncipe Moderno¨ son las maneras como se estructura la posibilidad de construcción del cambio social profundo, de la revolución. En consecuencia el intelectual deja de ser el buscador de la verdad para constituirse en el dirigente orgánico del partido, al mezclarse activamente en la vida práctica como constructor y organizador permanente.
Esa identificación del intelectual con los problemas de las masas, con la búsqueda de las soluciones a los mismos, unido a las urgencias y aspiraciones de la mayoría de la población, son precisamente la encarnación de la voluntad colectiva la que hace al partido y al intelectual orgánico que le identifica como dirigente colectivo, haciendo sí que la participación abierta de quienes pertenecen al pueblo y en particular al partido político hegemónico, suplan las carencias de un dirigente necesario y eviten las desviaciones de un ejercicio absoluto e irrestricto del poder.
Se requiere entonces definir esa voluntad colectiva, esa voluntad política en general, donde la voluntad actúa como conciencia constante acerca de la necesidad histórica, como verdadera y real protagonista y efectiva del drama histórico.
Dentro del proceso que vive Venezuela en la actualidad, la generación de una nueva organización política partidista el Partido Socialista Unido de Venezuela plantea el reto de la construcción del líder colectivo político, que sirva de base al proceso de cambio que se intenta implantar.
7.2. Concepto de partido político
Varios elementos pueden ser considerados a la hora de concebir un partido político, entre estos mencionamos los siguientes:
1. El tener una continuidad en la organización, es decir, una organización cuya esperanza de vida sea superior a la de sus dirigentes.
2. La existencia de una organización a nivel local, estable y presumiblemente duradera, dotada de comunicaciones regulares y diversificadas con el nivel nacional.
3. Tener una voluntad deliberada de los dirigentes locales y nacionales para tomar y ejercer el poder, solos o en coalición con otros, y no sólo de influir simplemente en él.
4. El propósito de la organización de buscar un sostén popular a través de elecciones o de cualquiera otra forma.
El partido tiende a presentar fórmulas homogéneas que traducen diversos intereses parciales dentro de un plan conjunto.
Poder en el seno de los órganos que tienen capacidad de decisión suprema en la dirección del país, de los poderes del Gobierno (gestión y dirección) y el Parlamento (legislativo).
Los partidos deben dar respuesta a los problemas materiales pero también a los de tipo ético.
El partido es una reunión –material o ideal- de personas que profesan una misma doctrina política.
Los partidos actuales se definen menos por su programa que por la naturaleza de su organización.
Las funciones que debe ejercer un partido se pueden enumerar, entre otras, como las siguientes:
1. Elaboración de las tesis programáticas y liderazgo de la propuesta de construcción de la nueva sociedad.
2. Contribuir a la formación de la opinión a través de organismos que mantienen públicamente su responsabilidad. Inciden en la opinión pública y realizan una función pedagógica. (Programa general de gobierno).
3. Elementos decisivos de la expresión política de la sociedad que se articulan a través de la concurrencia por el sufragio. (Elección de representantes).
4. Comunicación entre la sociedad y el Estado.
5. Dirección de la acción de las instituciones públicas, o bien de control de gobierno, a través de la crítica.
6. Reforzar el régimen, estabilizándolo y legitimizándolo.
7. Estructuración de la sucesión política.

7.3. Objetivos
La formación de una fuerza revolucionaria capaz de transformar la sociedad venezolana.
La definición de los instrumentos teóricos autónomos y originales para la interpretación de la realidad presupone un reconocimiento crítico de las fuentes del pensamiento.
Identificación y selección de un conjunto de principios de la teoría política en base a la cual constituir el movimiento histórico de transformación de la realidad venezolana.
7.4. Problemas y criterios del cambio de organización política
La ruptura con las organizaciones políticas existentes inclusive con la fuerza mayoritaria que formalmente apoya el proceso de cambio, debe considerar dos tipos de ruptura con conductas asumidas previamente. La primera referida a la necesidad de deslindar campos con el comportamiento clientelar, esto es con la búsqueda de beneficios para personas o grupos que buscan tener poder dentro de la organización política a través del logro de posiciones dentro del gobierno a sus diferentes niveles.
La segunda ruptura debe operar en relación a quienes buscan construir posiciones de poder a partir de la excesiva valoración personal en la dirección de las organizaciones del aparato del Estado, tales como en el Ejecutivo en sus diferentes instancias, la institución militar, las relaciones con los grupos económicos y los medios de comunicación y el propio aparato del partido o de los partidos y organizaciones que acompañan el proceso.
La solución, en parte a estas rupturas debe ser buscada en una democracia de base y desde ella que evite los enquistamientos clientelares y burocráticos que conduzcan a esas posiciones de poder para beneficio de personas y grupos particulares. Deben evitarse igualmente las designaciones a dedo, las cuales en parte derivan de una dirección política incoherente y dispersa, producto de la ausencia de una dirección unificada, colectiva, con unidad de propósitos y sobretodo con un programa político único.
Dos criterios que podrían ayudar a resolver entre muchos, el tipo de rupturas planteadas se refieren a la calidad revolucionaria y la distinción entre obediencia y disciplina.
En cuanto al criterio de calidad revolucionaria de un proyecto de cambio, se entiende la capacidad de los miembros de una organización para transformar realmente la sociedad y a ellos mismos como sujetos de cambio.
Y en lo referido a la diferenciación entre obediencia y disciplina, el confundirlas implicaría atrofiar el libre juego de las ideas y las opiniones en el seno del colectivo o en el de una organización política determinada.
7.5. La Revolución Bolivariana Venezolana
La necesidad de conformar una concepción de la revolución Bolivariana nos lleva a definir algunos aspectos inherentes a la coyuntura, los cuales resultan fundamentales para ir construyendo la nueva sociedad socialista que se propone:
1) La necesaria conformación de un liderazgo político colectivo en los términos del ¨intelectual orgánico¨ o del ¨Príncipe Moderno¨. La eficacia y eficiencia de dicho liderazgo debe alcanzar unas proporciones bien definidas entre el ejercicio del poder gubernamental y los dirigentes del proceso político a través de una organización políticamente dispuesta con coherencia en la elaboración e implementación de su acción.
2) La definición del tipo de Estado que suplante lo existente basado en el metabolismo de la lógica del trabajo.
3) La definición de las alianzas internacionales que traduzcan las aspiraciones de los pueblos de la Patria Grande y los sueños de nuestros precursores y libertadores. Dichas alianzas deben favorecer los intereses del Proyecto Nacional Bolivariano, privilegiando la satisfacción de las necesidades de los venezolanos.
4) El diseño e implementación del Proyecto Nacional Bolivariano, viabilizando su implementación a partir de la experiencia adquirida en esta primera década.
5) El desarrollo de un Modelo Productivo que aproveche el uso de los recursos existentes, superando la anomalía del rentismo petrolero.
6) El desarrollo de todas las formas de lucha popular que permitan hacer irreversible el proceso de cambio iniciado.
7) La conformación de un nuevo bloque hegemónico que de sustento y viabilidad al Proyecto Nacional Bolivariano de carácter socialista.
8) Consolidar las posiciones alcanzadas y los derechos de los trabajadores, combatiendo la línea de menor resistencia y asumiendo posiciones que fortalezcan la solidaridad, la justicia y la igualdad sustantiva.

7.6. Propuesta para la discusión de unas bases del PSUV
Con el objeto de plantear una propuesta para la discusión acerca de las bases del PSUV, nos permitimos someter a la crítica y posterior elaboración dentro del desarrollo de su Congreso Fundacional, las siguientes sugerencias:
Artículo 1. El PSUV se constituye para lograr, consolidar y profundizar el proceso revolucionario venezolano y para acelerar la transición de Venezuela hacia una sociedad socialista
Artículo 2. El PSUV luchará por liberar al pueblo venezolano de la explotación del capitalismo y del dominio de cualquier potencia extranjera, y luchará para la consecución de la mayor felicidad posible para todos los habitantes del país.
Artículo 3. El PSUV reunirá todas las voluntades existentes en el país, orientadas a construir la Patria Grande, a desarrollar la máxima solidaridad con los pueblos hermanos del continente americano en sus luchas por la liberación nacional y contra el imperialismo imperante.
Artículo 4. El PSUV se compromete a luchar de manera incansable hasta construir una sociedad basada en el trabajo creador, y la utilización del tiempo social disponible con fines sociales humanitarios.
Artículo 5. El PSUV luchará por la paz y el respeto de la autodeterminación de los pueblos, al respeto de la historia y la cultura de cada uno de ellos y a la construcción de un ser humano nuevo cuya actuación esté basada en los principios éticos de la libertad y la igualdad sustantiva de todos sus integrantes.
Artículo 6. El PSUV establecerá relaciones de colaboración y solidariedad con todas aquellas organizaciones políticas y sociales a nivel mundial que luchen por la conquista del socialismo revolucionario como sistema metabólico de la nueva sociedad del Tercer Milenio.
Artículo 7. El PSUV luchará por crear las condiciones y las bases espirituales y materiales, objetivas y subjetivas que hagan irreversible el proceso de construcción de una sociedad socialista en Venezuela.
Artículo 8. El PSUV basará sus actuaciones en el respeto a la voluntad de cada uno de sus integrantes y a quienes colectivamente conformen los principios, orientaciones, normas de actuación y de comportamiento que reflejen el respeto a la libertad de pensamiento manteniendo de manera permanente la crítica y la autocrítica como práctica de una línea política coherente que oriente y se encuentre a la vanguardia del pueblo venezolano.
Artículo 9. El PSUV elaborará su línea política de manera permanente adaptándose a las circunstancias históricas que se planteen al país. La revisión continuada de dichas acciones se encontrará expresada en sus tesis, su propuesta programática, y en sus programas de acción, todo ello elaborado y asumido colectivamente dentro del rol que debe cumplir el PSUV como ¨Intelectual Orgánico¨.
Artículo 10. El PSUV se regirá conforme a los estatutos y reglamentos que defina su Congreso Fundacional y los que demanden de acuerdo a la realidad histórica en que le toque actuar social y políticamente.


ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Una Asamblea o Convención Constituyente o simplemente Constituyente es una reunión nacional de personas del pueblo — no representantes — reunidos con el objetivo específico formar las nuevas reglas de funcionamiento y distribución del Poder, como fundamento de su sistema político y social, y de plasmar estas reglas a través de un pacto político, en una Constitución que fijara reglas para la construcción de un nuevo Estado y de convivencia entre el Poder público y la sociedad, con la obligatoriedad de, si es Asamblea, de seguir el Principio de División de Poderes y, si es Convención, abordará exclusivamente, estudios o innovaciones sobre un tema en concreto, con el límite de no desconocer los Derechos Fundamentales ya reconocidos.
Una asamblea o congreso constituyente es un organismo colegiado que tiene como función redactar la nueva constitución, dotado para ello de plenos poderes o poder constituyente al que deben someterse todas las instituciones públicas. Se suele definir, por algunos textos de ciencias políticas y sociales como la "reunión de personas, que simbolizan el pueblo ejerciendo su autoridad de mandatario, que tienen a su cargo ejercer su facultad de legislar, para dictar una nueva ley fundamental y las nuevas lineas de la organización de un Estado, que modificarán los prototipos ya existentes". En este entendido, la asamblea constituyente se constituye en un mecanismo popular y democrático, para la configuración de un nuevo modelo de legislación constitucional y de organización del Estado.
El concepto de asamblea constituyente se remonta a mayo de 1789, cuando en Versalles, Francia, se reunieron los representantes de la nobleza, el clero y el estado llano (o 3º estado), asumió la calidad de Asamblea Nacional Constituyente

En la actualidad podríamos hablar de dos tipos de asambleas constituyentes:
• Asamblea constituyente no institucionalizada: Es aquella asamblea nacida espontáneamente, sin regulación previa. Por ejemplo, la asamblea constituyente que se realizó en 1825 que dio origen a la situación francesa.
• Asamblea constituyente institucionalizada: Es aquella que se encuentra contemplada y regulada por la propia Constitución. Habitualmente, es una organización temporal, electiva, representativa, democrática, pluralista, facultada solamente para reformar el texto constitucional, pero no en sus estructuras básicas.


REFERÉNDUM CONSTITUYENTE DE VENEZUELA DE 1999
El referéndum constituyente o consultivo de Venezuela de 1999, también llamado Referéndum para la Convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, fue un consulta vinculante celebrada el 25 de abril de 1999,1 fue promovido por el presidente de la República Hugo Chávez, que mediante un decreto ejecutivo y después de la aprobación de la Corte Suprema de justicia y revisión del Consejo Nacional Electoral, realiza dos preguntas a los electores, básicamente referidas a la sustitución o No de la Constitución de 1961 por una nueva y la aprobación de las bases del funcionamiento de la Asamblea Nacional Constituyente.
En la campaña electoral presidencial de 1998 el candidato Chavez había ofrecido refundar el país en base a la sustitución del ordenamiento jurídico vigente para la época, El procedimiento a usar para iniciar los cambios que posibilitaran una nueva Constitución seria un referendum que de aprobarse permitiría que se convocaran a elecciones de una Asamblea Nacional Constituyente.
La Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela de 1999 tendría poderes para en un periodo de 6 meses redactar una nueva carta magna, los asambleistas o constituyentes serian electos por sufragio directo, universal y secreto.
Una vez instalada la Asamblea, los constituyentes tendrían que discutir con todos los sectores de la sociedad Venezolana, la nueva estructura, principios y artículos de la futura constitución.
Una vez aprobado el texto, revisado artículo por Artículo la Asamblea nacional constituyente entregaría el proyecto de constitución al ejecutivo nacional quien se encargaría de convocar mediante decreto un referendum adicional para aprobar el texto del proyecto constitucional.
Tanto el tiempo que duro sesionado la asamblea Nacional constituyente (que fue de 6 meses), como la obligación de convocar un nuevo referendum para aprobar el texto por los menos 30 días después de su entrega formal, fueron limitaciones establecidas por la segunda pregunta del referendum consultivo de abril de 1999.
La consulta se dividió en dos preguntas, la primera era sobre la aprobación o no de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente con poderes para redactar una nueva constitución, la segunda era sobre la aprobación o no de las bases de los poderes de la Asamblea Constituyente referidos básicamente a que esta debía aprobar la nueva constitución en 6 meses y someterla a referendum una vez aprobado su texto por la asamblea, las preguntas quedaron redactadas de la siguiente forma después de su modificación por el Consejo Nacional Electoral:
Pregunta 1
¿Convoca usted una Asamblea Nacional Constituyente con el propósito de transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico que permita el funcionamiento de una Democracia Social y Participativa?
• SI
• NO
Pregunta 2
¿Esta usted de acuerdo con las bases propuestas por el Ejecutivo Nacional para la Convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, examinadas y modificadas por el Consejo Nacional Electoral en sesión de fecha Marzo 24, 1999 y publicada en su texto integro, en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela Nº 36.669 de fecha Marzo, 25 de 1999?
• SI
• NO
Los resultados dados a conocer por el Consejo Nacional Electoral de Venezuela, fueron mayoritarios para el sí, por más del 80%, sin embargo la abstención se situó en el 62,35% del censo.

Resultados por Pregunta
Pregunta Opción Sí SI Opción No NO Votos Nulos Nulos
1 3.630.666 votos 87,75% 300.233 votos 7,26% 198.648 4,80%
2 3.382.075 votos 81,74% 527.632 votos 12,75% 209.689 5,07%
Cifra %
Censo electoral 11.022.031 100%
Total votos 4.129.547 37,65%
Total votos validos 3.930.899 35,66%
Total votos inválidos 198.648 1,99%
Abstención 6.850.747 62.35%